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A vueltas con el ganado y el ministro

Lunes, 30 de agosto 2021, 05:00

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Tras las polémicas declaraciones del ministro Garzón meses atrás en las que arremetía, confuso y desnortado, contra el consumo de carne,, hace unos días ha matizado sus primeras impertinencias y por fin, diferencia entre los ganaderos de extensivo y los cebaderos de carne intensivos.

Ya era hora, porque la diferencia es sustancial y los efectos sobre el entorno y el clima tan diferentes que son casi contradictorios.

Empecemos por lo más cercano, nuestras vacas de campo y cerdos ibéricos careando a sus anchas por los encinares de las dehesas en pos de las bellotas de la montanera y pastos permanentes. Su estiércol, sus ramoneos y sus limpias a diente son un beneficio enorme para la naturaleza.Y así lo acaban de reconocer los que tramitan las futuras subvenciones de la PAC, que en opinión de nuestro ilustre compañero César Lumbreras, gran gurú del campo en estas mismas páginas, van a premiar a la ganadería extensiva por sus muchos beneficios agroambientales. Ojalá tenga razón César y los cercados de las carreteras de nuestro oeste provincial sigan siendo un escaparate de razas vacunas y porcinas de todo pelaje y genética.

Los extraordinarios productos de estos animales únicos, jamones, paletas y carnes frescas, tienen un pequeño defecto: valen cinco veces más que las salchichas y fiambres de miles de cerdos blancos estabulados en enormes naves industriales, que generan millones de toneladas de residuos, purines ácidos, muy difíciles de eliminar.

Pero sucede que la carne de estos animales estabulados, sobre todo en las provincias de Lleida y Girona, procesada con todo tipo de aditivos y féculas, supone el noventa por ciento de la alimentación de las gentes más pobres del país, porque son las más baratas. Y predicar la excelencia de comer frutas y verduras, al precio que tienen, para muchos es casi ofensivo. Sobre todo cuando los horticultores también sufren el acoso de fundamentalistas veganos, que no quieren que se empleen en su crecimiento abonos nitrogenados, lo cual convertiría las lechugas en artículo de joyería.

Por eso celebro que en sus últimas declaraciones el ministro valore, aún con la boca chica, la excelencia de la ganadería extensiva. Sería muy interesante y valerosa la presencia de Garzón el próximo día tres en la feria Salamaq21 para exponer con claridad sus posiciones y así sepamos a que atenernos.

La gente de nuestra provincia, donde pastan 350.000 vacas, se lo agradecerá, incluso con algunos pitidos que van en el oficio, como tragarse un sapo —extensivo, eso si— cada mañana.

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