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A marear perdices

Sábado, 13 de abril 2019, 05:00

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A las cero horas en punto de ayer sonó la fanfarria, se levantó el telón y lo que apareció en el escenario era más de lo mismo, esta vez con la vista puesta en el 28-A, fecha que marca el final de este nuevo capítulo que acaba de empezar, pero no el de la comedia, que seguirá su trayectoria, a la que no se le ve fin ni lejanamente, siendo el cuento de nunca acabar.

Llegamos a este nuevo capítulo sin un dato que nos oriente ni detalle que nos ilumine las sendas que unos y otros nos marcan a seguir conforme a los criterios que avivan los intereses de quienes se empeñan en llevarnos a su parcela particular, motivados no por “principios políticos” sino por “electorería”, que para Unamuno era “una de las cosas más tristes que están corroyendo hoy a España”, lo escribió reinando aún Alfonso XIII y lo escribiría hoy si viviera para contarlo. “Electorería” es el término con el que don Miguel se refería a toda esa argucia caciquil e infame tan española --aunque no solo española, en todas partes cuecen habas-- de la que se valían (y se valen) los amañadores de votos, trapicheros y compradores de voluntades para tratar de llevarse el gato al agua.

No es cuestión de ideología sino de calidad humana y en esto falla la fauna política que se mueve hoy por el escenario en el que la mediocridad (muy abundante, por cierto, bastante más de lo mínimamente recomendable) campa a sus anchas, haciendo y deshaciendo a su libre albedrío sin que nadie le pare los pies. Pues en manos de esta gente estamos aunque, bien mirado, que es como debería mirarse, tendría que ser esta gente la que estuviera en las nuestras. Sea lo que sea, es algo que veremos al final de este capítulo que, como ya dije, acaba de empezar y terminará en las urnas.

De entrada todo es confusión, nadie se sabe el papel, hablan de oídas y dicen lo que se les ocurre sobre la marcha, oyéndose sandeces solemnes, cuando no barbaridades que rompen los tímpanos de cualquier oído sensato. Hasta el propio Tezanos, “chef” del CIS, que ha sido la voz cantante y quien ha venido hasta ahora poniendo a cada cual en su sitio, sale a escena para dudar de sí mismo, o sea, de sus milagrosas recetas, de los resultados de sus encuestas por el altísimo porcentaje de indecisos (por encima del 40 por ciento, dicen ahora, aunque mucho me parece, porque no pocos que aseguran estarlo lo tienen ya bien decidido y se lo callan) que pueden echar a perder todos sus esfuerzos por la causa. Al final se impone la cruda y tozuda realidad que poco a poco se va dejando ver y sentir, y lo que al principio parecía ir por un lado termina yéndose por otro, desbaratando planes y arruinando proyectos. Pues eso es lo que está ocurriendo al constatarse que las encuestas dicen una cosa que no se corresponde con lo que se palpa en la calle y más de uno ha comenzado (de golpe) a verle las orejas al lobo, lobo que hasta anteayer ni siquiera pasaba por allí. Un detalle, Sánchez ha aceptado --tras pensárselo mucho o pensárselo otros por él y advertirle de lo que se huele y barrunta-- debatir en campaña con todos, incluso con Vox. Quién lo ha visto y quién lo ve decidido a pasar mansamente por el aro.

Ha llegado el momento de marear perdices (porque son muchas y no solo una), más bien de seguir mareándolas, pero con mayor vehemencia si cabe que la ejercida hasta ahora.

Rivera ha dicho que echar a Sánchez de La Moncloa es una emergencia, y lo es, pues que actúe en consecuencia, porque las emergencias, todas, se afrontan no hablando consigo mismo, ni pactando cómo ni mirando de reojo a ver... sino arrimando el hombro con aquellos que también creen (como en este caso) que echar a Sánchez es una emergencia y entre todos acabar con ella a toda prisa, o sea, sin tiempo que perder, y después, una vez superado el escollo, sentarse a dialogar en serio. Que no esperen a más, ni él ni los otros que en esto piensan como él para ponerse manos a la obra. Que se dejen de ruidos grandilocuentes y de marear perdices, eso que lo hagan otros. Que renuncien un poco a su mucho ego (que los ciega) y vayan sin rodeos, ni complejos ni temores, directamente a lo donde tienen que ir, que no es al grano sino al granero, que es España, razón de esta emergencia cuya causa es Sánchez, al que hay por ello que echar. Todo lo demás suena a música celestial, tan repetida que nos la sabemos de memoria. El panorama no pinta bien y hay que evitar lo peor antes de que tengan que arrepentirse de lo mal que lo han hecho. Tienen quince días por delante para convencer, no con palabrería electorera sino yendo directo al granero, como en Fuenteovejuna, porque el divide y vencerás es una estrategia enemiga infalible.

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