Borrar

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El año que viene se cumplirá el 40 aniversario del que a los 18 años decidimos que fuera el concierto más memorable de nuestra vida y con ese adjetivo se quedó. Un legendario concierto para toda una generación de salmantinos. Me refiero obviamente al de Miguel Ríos en el 82, gira de presentación del mítico: “Rock and Ríos”.

El show, incluido en el programa de Ferias confeccionado por el equipo de Jesús Málaga, tendría lugar en la Plaza Mayor. Hasta Salamanca se habían desplazado autobuses de Valladolid, Béjar, Zamora, Cáceres o Madrid y aunque el comienzo estaba previsto para las diez y media de la noche, desde primeras horas de la tarde la plaza aparecía repleta de gente pertrechada con bocadillos, litronas y otras provisiones. Detrás de las ventanas de los balcones municipales se contemplaba el panorama con mucho recelo. Las expectativas de la convocatoria parecían completamente desbordadas y ya se había llegado a la conclusión de que sería imposible que las 50.000 personas que colapsaban el centro de la ciudad, cupiesen en la Plaza, donde como sardinas enlatadas sudábamos esperando un concierto del que para más sofoco, sobrevolaba, junto a la amenaza de lluvia la noticia de que comenzaría mucho más tarde de lo anunciado por un retraso del equipo de sonido. Mientras asomaba el fantasma de la suspensión, la poli planteó la idea de que Miguel saliera a tranquilizar a la peña, pero el cantante solía evaporarse en la previa de los conciertos para relajarse haciendo yoga.

Finalmente llegó el equipo y rondando las doce comenzaron a sonar los épicos acordes de “Bienvenidos”, tras los que el cantante se disculparía por la tardanza asegurando que lo compensaría dando el mejor concierto de su vida. Siendo sinceros: no lo fue. Sin prueba de sonido, la sonorización dejó bastante que desear. Pero nos lo creímos y lo disfrutamos como el más especial de nuestra vida.

Es curioso recordarlo ahora que Miguel Ríos regresa a presentar un disco maravilloso, quizás el mejor de su carrera, pero fatalmente promocionado, lo que hace que solo unos pocos se hayan aventurado a comprar entrada. Quizás aquellos hijos del rock and roll que fuimos aquel 16 de septiembre del 82 hayamos envejecido o no nos atrevamos a romper la magia de aquella noche. Mejor no volver a los lugares donde fuimos felices.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios