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SARNA CON GUSTO NO PICA, PERO MORTIFICA

SARNA CON GUSTO NO PICA, PERO MORTIFICA

MARTA ROBLES

Martes, 6 de noviembre 2018, 06:00

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Si la semana pasada escribía en esta misma columna sobre la maldad hoy vuelvo sobre ese monstruo que todos llevamos en nuestro interior. Por suerte no todos los malos de nuestros adentros tienen el mismo tamaño que el del asesino de Pioz, pero está contrastado que en cualquiera de nosotros cabe uno. Incluso en el mismísimo Santiago Segura, amiguete simpático y entrañable donde los haya y un hombre que parecía que jamás perdería los papeles, parapetado como estaba en el sentido del humor. Sin embargo el otro día en Master Chef Celebrities, la emprendió contra Paz Vega en medio de su mal perder. Siempre he pensado, que todos esos realities que pueblan los distintos canales de televisión y que tienen como protagonistas a personas populares gozan de tanto interés porque el público no solo quiere conocer la parte buena y pactada de todos ellos, sino también y muy especialmente, ese bicho que siempre tratan de mantener oculto, como el resto de los mortales, pero ellos con mayor motivo, porque saben que, en definitiva, sin la simpatía del público no son nada. El arrebato de Segura, criticado hasta por el propio programa en las redes, satisfizo, cómo no, el morbo de tanta gente sin demasiada vida propia, que gusta de seguir la de los demás como si fuera la suya, o, al menos, pudiendo opinar tanto como le parece. Quienes se exponen a todos estos programas –incluidos los más blancos, como Master Chef- saben bien que de su paso por ellos se pueden llevar, además de un cuantioso salario y un posible premio, un mayor cariño por parte de los telespectadores€ ¡o su odio para siempre jamás! Es arriesgado porque, los personajes públicos, que tratan de contener sus iras habitualmente, a sabiendas de lo que vale el reconocimiento de sus seguidores, difícilmente pueden atajar sus iras cuando han de medirse de forma continuada. Le ocurre a todo hijo de vecino. Pero a ellos se les perdona menos. Para sus admiradores o detractores, los famosos han de estar veinticuatro horas al día de buen humor y a su disposición. Para fotos, comentarios, risas o lo que sea. Y, si por casualidad tienen un mal día y no se muestran simpáticos cuando les abordan en la calle, o quieren eludir la conversación del taxista de turno, la marca se les queda para siempre. Populares o no, todos, insisto, llevamos ese engendro en nuestro interior presto a saltar cuando menos nos lo esperamos. Por eso compadezco a las celebridades que se atreven a exhibir sus miserias en estos formatos televisivos de gran audiencia. Sarna con gusto no pica, dice el refrán, pero mortifica.

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