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Pablo el espabilado

Pablo el espabilado

Susana Magdaleno

Viernes, 18 de mayo 2018, 06:45

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Pablo Iglesias claro que puede comprarse un chalet de 600.000 euros. Con lo que gana él, que supera ampliamente en sueldo al presidente del Gobierno, y lo que cobra ella - más de 7.000 euros brutos al mes- por supuesto que pueden pagarlo. Ya en 2016 el líder de Podemos ganó 120.000 euros —por los 104.500 del presidente del Gobierno— y, por supuesto, es socio del selecto grupo de los ricos de España, a kilómetros de distancia de muchos a los que él llama "casta". El problema es que no puedes engañar a la gente y Pablo Iglesias lo ha hecho. Ha engañado a todos, a los que le votan y a los que le repudian, a los que le creían y a los que jamás confiaron en él, porque entró siendo "gente" y se ha hecho más rico que nadie dándole el abrazo del oso al obrero. Se ha caído el personaje de Pablo Iglesias. Resulta que después de unos añitos en política, de lo que decía que era y predicaba sólo le queda la coleta. Cualquier día se la corta, se engomina y no se quita el traje, pero eso sería un ramalazo de coherencia que no se le presume porque aún ahora, que le han pillado con el carrito de los helados, sigue agarrado al de la hipocresía.Pablo es rico, sí, e Irene, también. No es un "perro flauta" ni un obrero de Vallecas. Es un jeta. Es alguien que brinda con Moët Chandon desde su piscina mientras invita a los demás a partirse la cara tomando la calle._Es alguien que se pone la camiseta verde de la escuela pública del desfavorecido y, en cambio, se va a vivir a la zona a la que le corresponde el colegio de ricos más selecto de Madrid, aunque sea pagado por todos o precisamente por eso.Es quien presumía de pisito de 60 metros cuadrados en Vallecas heredado por su tía abuela y aseguraba que jamás de los jamases lo cambiaría: le ha dado la patada en menos que canta un gallo para irse con la crème de la crème de la Sierra de Madrid a un "chalecito" de 268 metros cuadrados con 2.000 metros cuadrados de parcela con su piscinita, amplio jardín y hasta casa de invitados. Quien presumía de compartir en su humilde hogar tostadas de salmorejo de bote con Ana Rosa y de un mobiliario de años 60 tiene ahora puerta para el acceso del personal de servicio.Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA en Orbyt y Kiosko y más

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