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Marta Robles
Martes, 15 de mayo 2018, 06:45
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Que Quim Torra no es un presidente de Cataluña para todos los catalanes es algo que está claro desde el mismo momento en el que se revisan sus declaraciones previas a convertirse en el alter ego de un Puigdemont tan incapaz de ceder su sitio, como para que no haya habido president hasta que que él no ha encontrado a uno que no moverá ni una mano ni un pie sin que él tire del hilo correspondiente . Puigdemont quiere tan poco a su tierra y a sus compatriotas, que los ha dejado desangrarse lentamente mientras él se atrincheraba en sus feudos alquilados de Bélgica o se paseaba por Europa haciendo cortes de manga a los españoles y recitando como un papagayo la mentira del exilio, los presos políticos y todo lo demás, con el fin de que, de tanto repetirla, se acabara por tomar como cierta. Lo que cuento no es algo que alguien discuta; y, de hecho, si la CUP ha bendecido al ínclito Torra ha sido precisamente porque cumple las características precisas para que todo vuelva a empezar. Lo más previsible es que, de nuevo, se busque la República prohibida e incluso que se la reproclame aún a costa de nuevas prisiones por atentar contra la ley, que no por cuestiones políticas o ideológicas€Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA en Orbyt y Kiosko y más
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