Pablo, Pablito, más rigor majo

No sólo hay que perseguir la corrupción política, que sin duda la ha habido, mucha por desgracia, y la habrá. Los políticos también tienen una gran responsabilidad en no emponzoñar la vida pública con tal de tocar poder, porque lo que consiguen es desprestigiar las instituciones a las que representan y que los ciudadanos tengamos la sensación de que todos son iguales, incluso los de Podemos, señor Pablo Fernández. No es más íntegro el político que denuncia todo lo que se menea. Lo es el que concibe la política como un servicio público y no un medio para el beneficio personal, ya sea porque se lleva el dinero público a su bolsillo o porque desprestigia al rival intentando manipular a la sociedad con patrañas mentirosas. Ambas cosas le inhabilitan para ejercer el cargo público. También emponzoñar la vida pública, como ha querido hacer Podemos con el tema de la denuncia ante la Fiscalía del tema de las guarderías "Mis Pollitos" en Salamanca debería inhabilitar al líder de la formación morada en Castilla y León, Pablo Fernández, para ejercer la política, vamos que debería marcharse directamente a su casa.El hecho de que un presunto corrupto como Ignacio González, imputado en la operación Lezo y otros cuantos asuntos en los que supuestamente ha utilizado su cargo como presidente de la Comunidad de Madrid para enriquecimiento personal, haya implicado en una conversación telefónica con su hermano, al alcalde de Salamanca, carece de cualquier rigor para deducir que es un corrupto y denunciarlo ante la Justicia para que con un simple titular en las redes sociales que tan bien controlan podamos deducir que todo es porquería.Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA en Orbyt y Kiosko y más