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La prueba de Llarena

La prueba de Llarena

Santiago Juanes

Miércoles, 11 de abril 2018, 06:45

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El juez Pablo Llarena carga sobre sus espaldas la responsabilidad de que Puigdemont y los presuntamente suyos no le tomen más el pelo a este país, dirigiendo, para ello, el brazo más poderoso de un Estado, la Justicia, ese un grupo de irresponsables que pretendían hacer negocio a costa del idealismo independentista. No es un magistrado estrella ni un macho alfa del Derecho –quizás guarde un puño de hierro bajo su guante de seda—y tiene, incluso, hechuras de tímido y buena persona, a mayores de ser un espléndido narrador de historias. Lo demostró ayer en el Liceo al contar aquello del fruto del árbol envenenado, que tantas veces hemos escuchado en las películas americanas de tribunales. La dichosa prueba. La prueba en estos tiempos en los que el Derecho no es una ciencia regional, sino internacional, dijo, y bien que lo sabe y ha experimentado. La prueba, pieza clave del desarrollo judicial. Compleja como una bacteria. Fundamental como los cimientos de una catedral. Y en Derecho Penal, todavía mucho más. Se hablaba de Derecho Penal en el Liceo. Seguramente el espacio más contradictorio para ello. Un teatro. Aunque el cine nos ha acostumbrado a ver los juicios como una función de teatro, incluso hay obras cuyo argumento es un juicio o la deliberación de un jurado. Pero se me hacía raro ver sobre el escenario del renovado decano de los teatros salmantinos a ilustrísimas figuras del Derecho Penal hablando de delitos, fraudes, blanqueo de capitales€ Uno de esos machos alfa del Derecho, Enrique López, señaló en ese escenario lo mucho que la economía ha modificado el Derecho Penal, como podría haber explicado el enorme esfuerzo de los juristas por encontrar la palabra precisa: ayer lo comprobamos durante horas. Busca López el reconocimiento de los toreros, futbolistas o actores –lo dijo bajo el telón del Liceo—pero admite que los jueces no son aplaudidos por su trabajo. No lo sé. Algunos, quizás, sí. Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA en Orbyt y Kiosko y más

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