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Nochebuena-Nochevida

Nochebuena-Nochevida

Mª Eugenia Bueno Pastor

Sábado, 23 de diciembre 2017, 06:00

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Dicen que los milagros no existen y que la Nochebuena se ha quedado antigua y lejana en un portal tan remoto como el de Belén.Voy a contarles una verdad, que no una historia, que sucedió el día de Nochebuena de hace cuatro años. María estaba enferma y las expectativas para ella eran tan negras como el carbón, como ese carbón que empaña los ojos de los niños cuando esperan que los Reyes, al descubrir sus maldades, la noche de los sueños les traigan solamente oscuridad.María reclinaba su cuerpo sin fortuna ante un fuego que apenas calentaba la desesperanza. Pero a pesar de sus "sinfuerzas" aquella Nochebuena, sin saber ni cómo ni de qué manera, arregló a su Niño Dios dejando su destino entre sus manos. Creo que no le pidió nada que no fuera su amor y su calor y en aquella mañana fría, dejó en sus manos un destino tan incierto como la propia Fe.La mañana trascurrió entre el diario de la casa, los arreglos del hogar, las camas, la comida, la limpieza habitual, siempre regado por los recuerdos de un tiempo pretérito donde la niñez llenaba de felicidad cuanto tocaba. Aquellas Navidades de reuniones familiares, de belleza congelada en el vaho de las ventanas, de fríos enquistados en las sábanas de hilo casi húmedas, de televisión intermitente con interferencias incluidas y de esperas eternas por una conferencia que no llegaba. La mañana trascurría esperando una nueva, un nuevo nacimiento, tal vez su propio nacimiento.Nada sucedía, nada llegaba, nada parecía cambiar el rumbo dibujado para su destino. A media mañana entraba el sol de invierno en su salón y, no sin dificultad, se levantó, caminó despacio y asomándose a la ventana, descubrió un pájaro que iba de rama en rama del árbol de la calle, sin temor a la altura, sin frío, ajustando su vuelo a un revoloteo juguetón entre ramas, ajeno a la mirada de María, ajeno a su destino, ajeno al frío pero lleno de felicidad, de vida, a pesar de su existencia limitada. Sonó el teléfono, ese que indiscreto tantas veces sorprende. Y llegó la buena nueva, la noticia de la vida otra vez, 2014 años después volvía a producirse el milagro de nacer a la Esperanza, en otro nuevo portal, en otro nuevo hogar.Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA en Orbyt y Kiosko y más

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