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Alberto Estella
Miércoles, 24 de mayo 2017, 06:45
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Lo cual que andaba uno dispuesto a meter las manos en el mondongo político, del que salen tantas columnas, pero abro página en el ordenador, el chisme pide la fecha para archivar, tecleo 24 de mayo y, de súbito, desde una vuelta de mi humano, viejo y saturado disco duro, se me viene sin anestesia la efemérides del día. ¡Coño, María Auxiliadora!. Me quedo bloqueado. Es lo que tiene haber estado viéndola en el altar —con frecuencia rezándola, pidiéndole milagritos—, de los Salesianos tantos años. Quien ha pasado en los mondas salmantinos algún tiempo, no se olvida jamás de Ella, bueno, tampoco del cabrito del Consejero experto en capones; ni de los paseos del domingo, en fila de a tres —para cachondeo de pipas (maristas) y de bonitas adolescentes—, hasta llegar por el norte, pasando la vía, a los "montes blancos". Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA en Orbyt y Kiosko y más
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