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El porvenir sigue en la vía

El porvenir sigue en la vía

ISABEL BERNARDO FERNÁNDEZ

Lunes, 24 de abril 2017, 06:45

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No había comenzado a pitar en el mundo el primer tren, y España y Portugal ya soñaban una línea férrea que vertebrara la Península Ibérica para acercarse a Europa. Un sueño de progreso y porvenir que en la provincia de Salamanca se enquistó en la almohada -como tantos otros- durante años y años, hasta que en 1887 el historiador salmantino Don Manuel Villar y Macías, antes de poner punto y final al último tomo de la Historia de Salamanca, celebró la buena nueva escribiendo: "Llamada está, pues, Salamanca, después de tan larga postración, á un porvenir inmenso, que añada á las antiguas las modernas glorias, entrando en el civilizador movimiento del siglo". El pasado viernes, ciento treinta años después, el presidente de la Diputación, Javier Iglesias, celebraba también con regocijo la inminente rehabilitación del tramo de la vía férrea entre La Fregeneda y la localidad portuguesa de Barca de Alva; tramo que quiere convertirse en uno de los principales atractivos turísticos de la provincia a nivel nacional, y en una fuente importante de recursos económicos para la zona. Poco o nada queda en esta parte del oeste salmantino de aquellas gentes de finales del XIX que temían la llegada de los "pavores" (así llamaban al ferrocarril), como culebrillas del diablo que iban a dejar el pecado reptando en sus puertas. Poco o nada de los tiempos de los que tantas veces se entretuvieron, simplemente, mirando pasar el tren; poco o nada de las lágrimas que hubieron de despedir a tantos jóvenes que emprendían un viaje de éxodo y trabajo a Europa€; poco o nada de los viejos sueños, aunque una vez más los sueños estén en fiarle el futuro a la vía. ¡Paso a la rauda/ locomotora!/ ¡Paso, que es hora/ de partir ya!/ De fuego y humo/ penacho airoso/ ciñe al coloso/ la frente audaz./ -¿A dónde irá?/ -¡Más allá, más allá, más allá! Pero ni las albricias de Villar Macías, ni estos versos del también salmantino Ventura Ruiz Aguilera pudieron hacer de esta línea férrea el motor económico en tan bellos parajes. Tal vez porque solo quepa confiarle el futuro a la hermosa naturaleza que hizo cicatriz en aquella herida. Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA en Orbyt y Kiosko y más

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