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Las buenas intenciones empiedran el averno

Las buenas intenciones empiedran el averno

JOAQUÍN LEGUINA

Domingo, 16 de abril 2017, 06:45

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Me permitirá usted, amable lector, que comience con dos citas. La primera es de la politóloga alemana Ulrike Guérot:"Somos una isla de bienestar y el resto del mundo quiere participar del festín. No tenemos alternativa. Si no queremos disparar contra lanchas de refugiados o ver cómo se ahogan en el mar, si queremos mantener nuestra herencia de civilización, tenemos que pensar cómo compartir el bienestar a las dos orillas del Mediterráneo en las próximas décadas".Lo que no dice es cómo se realizan promesas tan benéficas.La segunda es del analista Michael Dummet:"Podrían abrirse las fronteras y, con tránsito ordenado y gradual, permitir que entraran todos los que quisieran, y no pasaría nada (además, los países receptores se verían beneficiados a la larga). La mayoría de los argumentos para obstaculizar y perseguir las migraciones se basa en oscuros prejuicios, temores infundados y odios étnicos o raciales".Pues bien, ni estos razonamientos ni el buenismo de las ONG´s ni la evidente necesidad de "rejuvenecer" la población europea pueden nada ante el "temor al otro" que demagogos y xenófobos están dispuestos a utilizar políticamente. En otras palabras: aquel político gobernante que se atreva a abrir o simplemente entreabrir, las fronteras está destinado a despeñarse. Lo demuestra el hecho de que la respuesta "positiva" de Merkel a la crisis de los "refugiados" desató un agrio debate sobre la identidad. El partido Alternative für Deutschland (AfD), euroescéptico y cada vez más xenófobo, que pareció desintegrarse cuando su fundador, Bernd Lucke, se fue para formar un partido nuevo, volvió a subir en las encuestas apoyado tan solo en su discurso xenófobo.Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA en Orbyt y Kiosko y más

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