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Miedo hereditario

Miedo hereditario

José Antonio Bonilla

Sábado, 28 de enero 2017, 05:45

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Ochenta años lleva el medallón de Franco en la Plaza Mayor. Debió de ser una de las primeras exaltaciones de su figura, con el tiempo le lloverían toda clase de honores en las ciudades y pueblos de España. Hace muchos años conocí una persona que estuvo presente en este acto de octubre de 1937, siendo muy joven, justificaría su presencia diciendo que no tenía otra vinculación que la curiosidad. Me recuerda a aquellos empleados de comercio que la noche que les tocaba montar los escaparates de la tienda de telas, acostumbraban al terminar, darse un garbeo por el Barrio Chino, para ver el ambiente, decían. Lo mismo hacía algún rijoso de la Adoración Nocturna. Salamanca era cuartel general, en aquellos bélicos días del 37, abundaban los discursos patrióticos y saludos a la romana. Una cosa he sacado en conclusión del medallón de Franco y es que hijos y nietos de la generación de la guerra, sin saberlo, son herederos del miedo; sobre todo de los que la perdieron, que quieren matar al fantasma del dictador. Cada veinte de noviembre le hacen al medallón una serie de perrerías, pero la más significativa fue en 1996, quienes la realizaron tuvieron que llevar una escalera de mano y un martillo y luego fuerza porque clavar tres puntas de cuarterón en piedra, no es tarea fácil. Este es el caso más evidente de miedo, y quieren impedir, a toda costa, que el fantasma vague por los lugares públicos, aunque sea en efigie.Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA

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