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Pepe Casamar
Jueves, 27 de marzo 2014, 05:45
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No digo yo „decir tal cosa sería, además de una tremenda insensatez, una brutalidad„ que debamos volver a los tiempos en los que en los pueblos medianamente grandes se colgaban en lugar público y notorio los lobos, los zorros y demás bichos de los considerados dañinos por los que a los alimañeros, oficiales o de afición, se le pagaba un tanto por pieza. No digo esto ¡ni mucho menos! pero sí digo al quien corresponda de turno que o se controlan los bichos o los bichos terminarán controlando a los humanos.Los bichos montesinos tienen que comer todos los días, y comen. Esa es su razón de ser y para ello buscan su comida, para ellos y para sus descontroladas camadas, allí donde mejor la encuentran, y como tontos no son y tienen su instinto de conservación muy desarrollado saben muy bien que cerca del hombre es donde está su condumio asegurado y allí va cada noche y cada día el lobo, el zorro, el jabalí, el buitre, y se come, literalmente se come, a la oveja el lobo; a la gallina el raposo y al ternero el buitre, que ésta es otra: jamás el buitre comió animal vivo pero como le falta la carroña de su ancestral menú, pues ahora este pájaro de tan espectacular y bellísimo vuelo como asqueroso aspecto en tierra, le ha cogido el saborete ¡cualquiera no! a la carne jugosa y fresca del ternero recién parido, que ni comparación con la carne pocha, seca y amojamada de la res muerta, y con cada día mayor frecuencia se trasquila al becerro mientras la vaca madre lo está echando al mundo y acto seguido se come a la vaca empezando por la natura.Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA
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