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JAVIER HERNÁNDEZ
Sábado, 20 de abril 2013, 13:59
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Lo de que ´segundas partes nunca fueron buenas´ se ajusta especialmente bien cuando hablamos de líderes. El camino de sucesión de un líder suele tener dos vías: sustituirle por otro buen líder con su propia personalidad o plantarle una imitación en su lugar. Poner a un monigote en el poder es peligrosísimo porque posiblemente se trate de un eterno segundón y un acomplejado, capaz de lo peor con tal de aparentar que está a la altura del canalla de su maestro.Estoy pensando en la sucesión de esos personajes de chándal como Fidel, Chávez o, incluso, Jesús Gil. Auténticos cafres que le dejan el sillón caliente a su imitación de bazar chino: Raúl, el hermanísimo; Maduro, el autobusero; y Julián Muñoz, el camarero. Nivelazo.Con oír eso de "¡Cuidado España...!" no me hacen falta ni los cien días de rigor que se lo aplican a los nuevos gestores cuando llegan al cargo para vaticinar que Nicolás Maduro va a ser otro desastre.Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA
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