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El panteón en el que inhumarán a Franco. E.P.
El Gobierno gastó más de 39.000 euros en acondicionar el panteón donde se enterrará a Franco

El Gobierno gastó más de 39.000 euros en acondicionar el panteón donde se enterrará a Franco

Su estado era de cierto abandono hasta la intervención del Ejecutivo

Miércoles, 23 de octubre 2019, 18:43

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El Gobierno ha gastado 39.811,79 euros en acondicionar el panteón del cementerio de Mingorrubio El Pardo donde se enterrarán este jueves los restos del dictador Francisco Franco una vez sean exhumados de su tumba actual en la Basílica del Valle de los Caídos, según fuentes del Ejecutivo.

Ésta es la partida más costosa de las que integran el presupuesto destinado a exhumar al dictador y reinhumar sus restos en el panteón donde reposa desde su fallecimiento en febrero de 1988 la viuda de Franco, Carmen Polo.

A pesar de que se trata de un panteón propiedad en la actualidad de Patrimonio del Estado, está reservado al uso de la familia Franco. Sin embargo, su estado hasta la intervención del Gobierno era de cierto abandono y en los últimos años ningún miembro de la familia pidió la llave para visitar la tumba de Carmen Polo, desvelan fuentes del Gobierno.

La inversión que ha hecho el Ejecutivo para acondicionarlo incluye medidas de refuerzo de su seguridad, como la instalación de una puerta blindada, unas nuevas rejas en ventanas y la colocación de sensores para prevenir profanaciones.

El Estado no es en realidad propietario a perpetuidad de este panteón. Tiene una concesión de derechos funerarios que expira dentro de unos 40 años. En las negociaciones que el Gobierno ha mantenido con la familia Franco en la última fase del procedimiento, se les propuso transmitirles la concesión, previo pago de un precio público, pero la familia lo rechazó, según fuentes gubernamentales.

Uno de los argumentos que la familia esgrimía para defender la inhumación de Franco en la cripta de la catedral de La Almudena en lugar del cementerio de El Pardo era precisamente el temor a que un Gobierno futuro se desentendiese del panteón y la tumba del dictador pudiera ser profanada con facilidad al quedar sin protección ni vigilancia alguna.

El Gobierno ha previsto un dispositivo policial de vigilancia en torno al panteón que se prolongará “unos días” tras la inhumación de Franco, pero que se levantará en cuanto se considere que ya no es necesario, señalan las mismas fuentes.

El régimen de visitas al panteón se mantendrá como hasta ahora. Cuando algún familiar quiera entrar bastará que pidan la llave con antelación --puede ser en el mismo día-- al personal de seguridad del cementerio, a la Delegación de Gobierno en la Comunidad de Madrid o a Patrimonio del Estado.

ORIGEN DEL PANTEÓN

La decisión de construir este panteón, diseñado como una capilla con cripta, la tomó el Ayuntamiento de Madrid con Carlos Arias Navarro como alcalde el 30 de abril de 1969. Curiosamente, Arias Navarro, que sería nombrado presidente del Gobierno tras el asesinato de Carrero Blanco el 20 de diciembre de 1973, está enterrado en el mismo cementerio.

La memoria del proyecto, que Europa Press ha consultado en documentos guardados en el Archivo de la Villa, explica que la obra se hace “cumpliendo lo ordenado por la Superioridad”.

La urgencia en la ejecución --se fijó un plazo de seis meses-- alegando “circunstancias imprevisibles” y la necesidad de contar con empresas y personal especializado sirvió para justificar que todas las adjudicaciones se hiciesen bajo la fórmula de la contratación directa, en lugar del concurso.

Eso sí, en ningún documento se menciona quién o quiénes serían los usuarios de la cripta, donde en la actualidad sólo reposan los restos de la mujer de Franco, Carmen Polo.

SUFRAGADO CON FONDOS PARA PARADOS

Las obras se sufragaron con fondos del ayuntamiento de Madrid para parados y costaron 11,5 millones de las antiguas pesetas del año 1969 (69.000 euros de los actuales), si bien por entonces el salario mínimo se situaba en 18 euros al mes.

Tanto los trabajos de construcción como la decoración interior del panteón por parte de varios artistas se cargó a los fondos del Recargo de la Décima para la Prevención del Paro Obrero, el impuesto sobre propiedades rústicas e industriales creado en 1931 por los ministros socialistas Indalecio Prieto y Largo Caballero que debía destinarse a obras municipales en las que se contratase a parados.

En los documentos de la época consultados por Europa Press, no se especifica el número de desempleados contratados para la obra, pero sí que el 40 por ciento del presupuesto se destinó a pagar a escultores y otros artistas que decoraron con materiales nobles el interior del panteón, dotado de capilla y cripta.

Entre los artistas elegidos figura Santiago Padrós, el autor del mosaico que decora la gigantesca cúpula de la Basílica del Valle de los Caídos, y a quien también se encargó la realización de sendos mosaicos en mármol, esmalte vítreo y oro en la bóveda central de la cripta y en la del presbiterio de la capilla del cementerio de El Pardo.

La escultora peruana Susana C. Polac es la autora de las lámparas colgantes que decoran la capilla y la cripta, mientras que la vidriera de hierro forjado de la puerta principal es obra de José Luis Alonso Coomonte, ya que falleció sin poder completar el trabajo el artista al que inicialmente se encargó el proyecto, José Espinós.

El sucesor de Espinós en su taller, Esteban Tornin Portomarín, sí hizo la verja que decora la bajada a la cripta, siguiendo el boceto de Espinós. Otros de los artistas contratados para la decoración del panteón fueron el escultor Fernando Cruz, quien hizo en diversos materiales una escultura de la Virgen del Carmen sentada con el Niño Jesús de pie sobre su regazo, así como Federico Coullaut, autor del Cristo crucificado en madera para el altar de la capilla.

Los pliegos de condiciones de la obra detallaban que los profesionales de los distintos oficios que participaran en la obra, especialmente en el ámbito de la cantería, marmolistería y hormigones, habrían de ser “de primera categoría y de la confianza del arquitecto director de las obras”, mientras que no se hace mención alguna a la necesaria contratación de desempleados.

Incluso describía minuciosamente las condiciones que deberían cumplir los materiales usados. Por ejemplo, se pedía que el agua para la confección de morteros fuera “lo más pura posible; preferible a la de fuente o pozo” y la arena empleada en la construcción “limpia, suelta, áspera, crujiente al tacto y exenta de sustancias orgánicas o partículas terrosas, para lo cual, si fuera necesario, se tamizará y se lavará convenientemente”. Hasta se previó la colocación de uno o varios pararrayos.

El diseño de la edificación corrió a cargo del arquitecto de Patrimonio Nacional Ramón Andrade Pfeiffer y el contrato de obras lo ganó J.Quijano S.A., frente a otras cuatro propuestas presentadas.

Con capacidad para 60 personas sentadas, el panteón se construyó con muros de granito y pavimento de mármol. Se compone de una sola nave de planta cuadrada presidida por el atrio, rectangular, por donde se accede a la cripta. En su lateral izquierdo está la sacristía, con puerta de acceso al atrio y a un vestíbulo con entrada directa mediante una escalera exterior, según los planos originales.

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