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La Santa Sede detalla que el Concilio Vaticano II declara que “cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza”. E.P.
El Vaticano declara inválida la fórmula “nosotros te bautizamos” e indica que en esos casos el bautismo debe repetirse

El Vaticano declara inválida la fórmula “nosotros te bautizamos” e indica que en esos casos el bautismo debe repetirse

Jueves, 6 de agosto 2020, 19:36

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El Vaticano ha indicado que la fórmula “nosotros te bautizamos” utilizada en algunas celebraciones del sacramento del bautismo no es válida por lo que, en esos casos, deberán ser repetidos, según ha señalado la Congregación para la Doctrina de la Fe en una nota doctrinal explicativa publicada este 6 de agosto por la Santa Sede.

Ante las dudas planteadas por el hecho de que se usen las palabras “Nosotros, el padre y la madre, el padrino y la madrina, los abuelos, los familiares, los amigos, la comunidad, te bautizamos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” --que califica de “modificación deliberada de la fórmula sacramental”-- la Santa Sede detalla que el Concilio Vaticano II declara que “cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza”.

En concreto, a la pregunta de si es válido para la Iglesia el bautismo con la fórmula ‘Nosotros te bautizamos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo’ el dicasterio responde que es ‘negativo’ moentras que al ser preguntado sobre si las personas que han celebrado el bautismo con esta fórmula deben ser bautizadas “en forma absoluta”, la respuesta es ‘afirmativo’.

Así, añade que los cambios introducidos, que expresan “la participación de la familia y de los presentes” y evitan “la idea de la concentración de un poder sagrado en el sacerdote, en detrimento de los progenitores y de la comunidad”, no cuentan con el respaldo de la Congregación, que ha presentado sus argumentos al Papa, quien el pasado 8 de junio aprobó los mismos y ordenó su publicación.

Como puntualiza la nota, “modificar a voluntad la forma celebratoria de un sacramento no constituye un simple abuso litúrgico, en cuanto transgresión de una norma positiva, sino también un ‘vulnus’ infligido tanto a la comuna eclesial como a la posibilidad de reconocer en ella la obra de Cristo, que en los casos más graves hace inválido el sacramento mismo, porque la naturaleza de la acción ministerial exige transmitir con fidelidad lo que se ha recibido”.

Aunque la Congregación reconoce que en el bautismo “los padres, los padrinos y toda la comunidad están llamados a desempeñar un papel activo, un verdadero y propio oficio litúrgico”, subraya que la única fórmula válida en el Sacramento del Bautismo es la que va acompañada de las palabras “Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”, después de pronunciar el nombre del catecúmeno.

Por ello, prosigue, “el ministro no solo carece de autoridad para disponer a su gusto de la fórmula sacramental, por los motivos de naturaleza cristológica y eclesiológica más arriba expuestos, sino que tampoco puede declare que actúa en nombre de los padres, los padrinos, los familiares o los amigos, y ni siquiera en nombre de la misma asamblea reunida para la celebración porque el minister actúa en cuanto signo-presencia de la acción misma de Cristo, que se realiza en el gesto ritual de la Iglesia”.

Por último, afirma que “alterar la fórmula sacramental significa, además, no comprender la naturaleza misma del ministerio eclesial, que es siempre servicio a Dios y a su pueblo, y no ejercicio de un poder que llega hasta la manipulación de lo que ha sido confiado a la Iglesia con un acto que pertenece a la tradición”.

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