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Una lección de desvergüenza con V

Una lección de desvergüenza con V

Julián Ballestero

Domingo, 14 de septiembre 2014, 06:45

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Estamos todos muy hartitos de hablar de Cataluña. Se han puesto tan pesados los separatistas catalanes que dan ganas mandarles a hacer puñetas. Que se independicen, que se arruinen y que les den tila. Pero resulta inevitable abordar la cuestión porque la amenaza de los nacionalistas va tan en serio que pone en peligro la imagen de España en el mundo y por tanto la incipiente recuperación de la economía. Incluso puede estar en peligro real la unidad de España, que parece asegurada por ley, pero en un país donde la desobediencia a las sentencias del Constitucional y del Supremo se ha convertido en deporte nacional, nunca se sabe.El éxito de la última Diada, en la que se dieron cita más de medio millón de catalanes demuestra que la cabezonería de una buena parte de los habitantes de esa autonomía está a prueba de evidencias y escándalos. Los datos evidencian que España no roba a Cataluña, sino más bien al revés, y la última prueba la aportó ayer el ministro Montoro al regalar a la Generalidad, al día siguiente de la ´manifestación en uve´, otros 1.900 millones de euros, que se suman a los 24.000 que todos los españoles hemos entregado, a través del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) a esa administración regional para salvarla de la quiebra. Las evidencias judiciales apuntan también que han sido Jordi Pujol y familia quienes durante décadas han robado miles de millones de euros a los catalanes y a todos los españoles. Pero los escándalos evidentes y las cifras reales no llegan al conocimiento de muchos catalanes, porque pasan antes por el filtro de los medios de comunicación al servicio de la Generalidad, que en Cataluña son casi monopolio. Si a esto añadimos la influencia de treinta años de inmersión educativa, lingüística y cultural, no es extraño que una multitud inunde Barcelona con cánticos contra España, porque es lo que todos ellos han aprendido desde pequeños. No es extraño que sigan pensando que la batalla de Barcelona el 11 de septiembre de 1714 era una guerra que ganaron los conquistadores castellanos y que el Decreto de Nueva Planta de Felipe V acabó con su autonomía, cuando la guerra era de secesión en un conflicto internacional y la ley del monarca no hizo sino modernizar Cataluña y España.Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA

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