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ISABEL BERNARDO FERNÁNDEZ

Lunes, 7 de mayo 2018, 06:45

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A Willy, ya en descanso eterno.Copio literalmente: "Por aquellos buenos ó malos tiempos en que los honrados Procuradores en Cortes no tenían el gran trabajo que hoy los agobia de contentar á sus electores, mendigar destinos, hacer oposición á los ministros, responder á las alusiones y componer ó adobar refulgentes discursos esmaltados de oro y azul [], solían ocuparse los parlamentos españoles de asuntos más humildes y caseros que estos en que ahora invierten su tiempo". Nadie diría que esto fuera escrito hace 130 años por el que se dio a conocer como Doctor Thebussen: pseudónimo de Mariano Pardo de Figueroa y de la Serna; jurista, filatélico, cervantista, escritor y, ante todo, gastrónomo. Thebussen gustaba de meter la cuchara en los yantares que alimentaban las ollas de España, como gustaba meter el palo en los conduchos que saciaban las codicias políticas. Y aunque esto lo dijera un señor de hace tanto y haya pasado bastante más de un siglo de aquellos buenos o malos tiempos, lo que sí parece cierto, es que poco parece haber cambiado en las "artes" de la vida parlamentaria. Porque no hay voto que no se consiga, sin cólico en la barriga. Y no hay discurso que no se sirva, sin pisto y sin postín. Y no hay político o política que no sepa, que mañana habrá de comer gato aunque hoy mastique liebre; tales son las grandes dificultades de este oficio y tales sus conocidas mendicidades, aunque tales cosas frecuentemente se olviden. Viene todo esto a cuento de lo sucedido con la rubia popular. Cifuentes hacía ya algunos años que no "mendigaba destinos" porque ella misma —y así lo creía— era el destino. Daba igual que estuviera platicando como presidenta en la Asamblea de Madrid, que bailando chotis y comiendo churros en la verbena de la Paloma. Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA en Orbyt y Kiosko y más

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