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El cainita

El cainita

ISABEL BERNARDO FERNÁNDEZ

Lunes, 11 de febrero 2019, 05:45

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Es decir "felón" y se viene al magín Pedro Sánchez. La palabra ha sido "trending topic", tema del momento. No ha habido esquina, tabladillo, tertulia o tienda de barrio en los que el felón no haya sido sujeto de conversación. Y hablar del felón es igual a hablar del presidente Sánchez, porque al otro felón, a Fernando VII, el que fuera rey de España, primero apodado "el deseado" y luego "el felón", ya solo los libros de Historia lo recuerdan. Yo no soy hija ni de la dictadura, ni de la guerra, y me felicito de haber vivido en libertad gracias a todos los que se sentaron en la misma mesa para buscar un punto de encuentro en la pluralidad de sus ideologías. A ellos los españoles les debemos la paz, el progreso Pero sé que soy, somos, unos privilegiados. No todas las democracias han dado el mismo resultado, y algunas de ellas han acabado siendo un peligro y no una garantía. Demócratas que escondían dictadorzuelos que han llenado a su pueblo de miedo, de hambre, de silencio, de éxodo, de pobreza de lágrimas. Populistas por encima de toda ley, amorales, desaprensivos y caprichosos, porque toda su voluntad no estaba –o está- sino en permanecer en el poder, a cualquier precio, aunque para ello haya que acabar con su propia gente. Caín haciendo desaparecer a Abel porque este no le haga sombra. Los mismos derroteros por los que anda el felón Sánchez. O mejor, el cainita Sánchez, el que está obligando a los suyos a pasar las de Caín. Los Abel del PSOE sienten impotencia, indignidad, humillación. ¿Dónde está aquel socialismo equilibrado que gobernó para la convivencia y el bienestar de los españoles? –se preguntan. Pero Sánchez, Caín, no contesta. Su chulería le lleva a pensar que solo son momias que hablan desde la prehistoria. Endiosado como está, ni siquiera ha necesitado una quijada de burro para dejarlos medio muertos. Señor presidente, a los cainitas y a los felones, por peligrosos, hay que encerrarlos cuanto antes en la perrera. Tranquilo, aun así España seguirá dándole de comer.

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