
JAIME ROMO (atleta)
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JAIME ROMO (atleta)
Jaime Romo Santamaría, nacido en Barruecopardo hace 25 años, volvió a nacer el pasado jueves en la localidad madrileña de Fuenlabrada tras ser atropellado por un coche a gran velocidad mientras entrenaba en bicicleta. Es la segunda vez que le ocurre al atleta salmantino especializado en trail, que ayer mismo supo que tenía una mandíbula fracturada en su peregrinar por los médicos para conocer el alcance de sus lesiones. Desde Ponferrada, donde se marchó a vivir tras salir de Salamanca, reflexiona sobre lo sucedido mientras recorre consultas médicas para seguir haciéndose pruebas (ayer mismo le vieron una fractura de mandíbula) y explica cómo vivió los momentos posteriores al recuperar la consciencia, con un recuerdo muy especial para Estela Domínguez y Sergio Román Martín, que hace unos meses también sufrieron sendos atropellos que terminaron con el fallecimiento de la joven corredora pucelana y con el profesional de Galapagar en silla de ruedas tras perder la movilidad en las piernas.
Lo primero de todo. ¿Cómo se encuentra?
Me dieron el alta al día siguiente tras ver que no tenía lesiones graves y ahora estoy de médico en médico, horas de consulta y de salas de espera... pasando pruebas. Pensaba que no me había roto nada y hoy mismo me han visto en León que tengo la mandíbula fracturada. De huesos no tengo nada más roto, pero sí quemaduras, golpes, la espalda destrozada... Lo peor son las rozaduras por las quemaduras en la cara, y a ver cómo quedan las cicatrices, y que el casco, que me salvó la vida, me rasgó con la cinta la parte de atrás de la oreja y tengo el cartílago abierto, y me tendrán que hacer una reconstrucción.
¿Recuerda algo del atropello?
Fue una situación incomprensible. Alguna vez te pasan coches a medio centímetro y tiran para adelante. Era una recta, con dos carriles para cada sentido de la circulación, yo iba por el arcén, con la luz roja trasera y vestido de rojo... Debía ir despistado. Es una carretera que une Pinto con Leganés en la que se puede ir a 90-100 kilómetros por hora, casi como una autovía. Supongo que el conductor iba despistado, no sé si por el móvil, mirando la pantalla del coche... Quedé inconsciente. Lo único que recuerdo es que era un coche grande (después me han dicho que era un X4) y que venía a muchísima velocidad. Eso es lo que tenía en la cabeza, que era grande y venía muy fuerte, me giré rápido al escuchar el ruido y vi venir hacía mí algo grandísimo.
¿Y del momento posterior?
Cuando me desperté me di cuenta poco a poco y no entendía nada. Tengo conocimientos de primeros auxilios porque he hecho varios cursos y vi que me estaban tratando como a un enfermo modular. Me decían que si sentía las piernas y que me estaban agarrando la mano. Estaba en shock y empecé a llorar. Había gente intentando animarme, otros gritando, la Guardia Civil protegiendo la zona... Ese fue el peor momento. No sabía qué me había pasado, aunque lo bueno es que sentía todo.
Y de ahí, el traslado al hospital.
Allí los médicos me iban diciendo que estaba bien pero sentía mucha impotencia por la situación. No dejaba de pensar en Sergio Román, el ciclista del Caja Rural que además es de mi quinta y que fue atropellado en marzo y ha perdido la movilidad de las piernas, y en Estela Domínguez (la ciclista vallisoletana que falleció en febrero en Salamanca a los 18 años al ser arrollada por un camión). Pensaba en ellos y en la impotencia de otro caso más.
Ya tuvo que vivir algo similar hace unos años.
Sí, pensé que otra vez que me tenía que pasar. Aunque no fue nada comparad. Tuve quemaduras y golpes en el tobillo y la espalda. Yo iba a 30 o 40 kilómetros por hora, un coche se saltó un stop y me llevó por delante y di una vuelta de campana. Pero me levanté, me fui a casa y casi no me hice pruebas.
¿Qué ha pensado después de lo sucedido?
Pues he pensado mucho en mis charlas con Michael Alonso McKernan (triatleta salmantino), que para mí es un ejemplo, y que me decía que cada vez le gusta menos salir en bicicleta a la carretera. Pero también te digo que al día siguiente estaba pensando en comprar una bici de carretera.
A pesar de la gravedad, tiene que quedarse con que al final son buenas noticias, ¿no?
Te aseguro que es así. Fueron buenas noticias desde el principio, porque ver que no estaba muerto ya era una buena noticia. Y después al hacerme las pruebas ir viendo que no había nada grave era positivo.
Lo peor entonces esa fractura de mandíbula que le han diagnosticado hoy.
Tengo unos dolores impresionantes y los médicos dicen que depende de la evolución, pero creen que no van a tener que operarme. De comida solo estoy pudiendo tomar puré. Y en la cama lo paso muy mal, porque donde tengo rota la mandíbula es el lado contrario que la oreja, y tengo que dormir del lado de la mandíbula rota y veo las estrellas.
Siempre hablamos de lo mismo cada vez que hay un atropello a un ciclista, pero ojalá que no vuelva a pasar.
Al final a veces se nos acusa a los ciclistas de que no respetamos, y seguro que alguno comete algún error, pero no es como que nos adelante un coche a un centímetro y puedan llevarnos por delante. Que la gente entienda la diferencia: a los ciclistas a veces nos señalan por no respetar algo, pero en el caso contrario están jugando con nuestra vida.
¿Qué le diría al autor de su atropello o que cree que tendría que pasarle?
Sinceramente, si hubiera sido como me he encontrado alguna vez que te adelantan a mala ostia... pero en este caso creo que no fue premeditado. Supongo que el conductor iría despistado. Sí que creo que todos nos tenemos que concienciar de que en la carretera hay que tener cuidado.
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