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Unionistas
1
-
2
Osasuna B
Este sol de marzo que durante buena parte de la mañana atisbaba primavera por la temperatura se vino a negro exactamente a las 16:00. La hora justa en la que Pérez Hernández dio comienzo al partido entre Unionistas y Osasuna Promesas; el choque propicio ... para autoexigirse más, en boca de Ponz. Un telar de nubes más grises que blancas le nubló el techo al Reina Sofía y a Unionistas las ideas. Tanto, como que el equipo de Ponz estuvo irreconocible. Trotón, desacertado y desajustado —las dos cosas—. El charco que había hecho el aspersor en tres cuartos de campo de la Grada Oeste que tanto preocupaba a Camus al principio fue un chiste al final de los 90 minutos; cuando ya los 3.856 tenían masticada no sólo la derrota (la segunda seguida en casa, que es cosa inusual, no pasaba desde la temporada 2021/22 cuando se cayó ante el Racing y el Bilbabo Atheltic) sino el desarrollo del partido. Que, sin medias tintas, fue el peor de esta temporada y a, vuela pluma, de la era Ponz.
A los 20 minutos de partidos, sin que hubiera pasado mucho, ya se palpaba un runrún de que no era el día: la defensa se hablaba demasiado. Y cuando no, las muecas en la cara de Erik Ruiz y de Giménez lo decían todo. El estadio entero se acabó de dar por enterado del mal partido de su equipo a los 20 minutos, cuando Yoldi se sacó un disparo cruzado que fue esquivando una maraña de piernas, caderas y espaldas en su viaje hasta salir por la línea de fondo. Cualquier ligero toque hubiera podido ser letal. El mismo jugador de la cantera navarra, que para entonces ya tenía fuera de juego a Camus y también de manera sorprendente a Álvaro Gómez, asistió fácil a Auría para un gol que cayó por su propio peso ya en la siguiente acción seria de ataque rojillo. Que no tuvo mucha complejidad: todo arrancó con una falta reclamada sobre Mario Losada que el colegiado no interpretó que así fuera, Camus embolsó con el pecho el balón fuera de zona decidido a sorprender a todos. La decisión no pudo tener consecuencias más desbastadoras. Tan pronto como ganó el balón dividido, lo perdió. A Svensson se le abrió el cielo camino de la portería de Iván Martínez por esa banda derecha desguarecida. Y a Xabi Huarte el gol. 0-1.
El tanto en contra, que es el shock más grande al que se enfrenta un equipo en el desarrollo de un partido, tampoco logró despertar a Unionistas, que se salvó del segundo gol tan solo tres minutos después gracias a una buena mano de Iván Martínez.
Unionistas se sostuvo sobre el campo como pudo y no logró merodear de verdad el área de Stamatakis hasta que no se vio con toda esa mochila de remates y sensaciones en contra. Fue, cómo no podía ser de otra manera, a balón parado. Primero con una acción de largo metraje que remató Ekaitz con un zurdazo de la frontal que se marchó por encima del travesaño; y ya en el tiempo extra con un córner que Villar botó al palo corto, donde Etxaniz esperaba con la posición ganada y los brazos abiertos. El escorzó para poner un empate milagroso fue de libro.
Y un engaño para Unionistas, porque hizo creer a todo el Reina Sofía (y hasta a ellos mismos) que podría darle la vuelta al partido, habiendo salvado una primera mitad tan negra con el 1-1. Sin embargo no fue así. El equipo salió con la misma desidia de la primera mitad y la derrota cayó por su propio peso. Un cabezazo de palo a palo de Yoldi nada más arrancar el segundo periodo sirvió para sellar la derrota, complicar la Copa y dejar en una quimera el playoff. Y pudo ser peor si Iván Martínez no llega a detener un penalti en el 88 cometido de manera tontísima por Teijeira y si Tarazona y Teruel no llegan a pinchar también en sus partidos, pues el descenso no estaría a 9 puntos de distancia.
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