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De la Nava y Bustillo forcejean por hacerse con el control del esférico en las Llanas. UNIONISTAS CF
Punto agridulce de Unionistas en su estreno en la Liga (1-1)

Punto agridulce de Unionistas en su estreno en la Liga (1-1)

El conjunto de Llácer cede un empate en Sestao en el tramo final tras haberse adelantado a los 14 minutos de encuentro con un tanto de Santamaría

Domingo, 25 de agosto 2024, 19:51

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Las campanas de la parroquia de la Anunciación de Sestao (iglesia vecina al templo de Las Llanas, uno de los campos con más solera del viejo fútbol vasco) llamaron a la Liga a las seis en punto de la tarde. Fernández Buergo aguardó paciente a que el sexto tañido rebotara en el cemento de las gradas con toda la fuerza del último volteo para hacer sonar su silbato. Unionistas no tuvo tanta paciencia con el Sestao, pues no había acabado de sonar la última «i» del 'piii' primero de la temporada y el conjunto blanquinegro —este domningo vestido con el cielo de Salamanca—y ya le había marcado sus cartas con una primera posesión eléctrica. Los ocho días que separaban este encuentro del último de los test de pretemporada parecieron un mundo. Absolutamente nada que ver; o al menos en su dos primeros tercios. «¡Bien!», se desgañitaba Llácer, al que se le escuchaba todo por el cerrojazo al público.

Durante el primer cuarto de hora de encuentro, de hecho, fue lo único que se le oyó decir al técnico valenciano. El monólogo fue soberbio. El Sestao, desposeído de la rudeza que se le presupone por los tonos pastel de su equipación, no olía el balón. Unionistas no se recreaba en su buen hacer. Era coger el balón y lanzarse a por la meta de Iago Herrerín como flechas. Tanto por la banda izquierda como por la derecha. Sino era Iván Moreno, era Pau Martínez. La definitiva fue obra de Eudald Vergés. Animado por una recuperación que valía su peso en oro de Gorka Santamaría. El lateral catalán no llegó a ganar la línea de fondo, con hacerlo sobre la frontal del área le valió, pues Pau Martínez ya había hipnotizado a la defensa vasca atacando el espacio, olvidándose por completo del panzer de Bilabo, que apareció demoledor en segunda línea. Su derechazo resultó inapelable. La celebración sumó un corazón a la nostálgica dedicatoria al cielo con destino a la Unión. De la Nava, como había hecho en el campo, fue el encargado de poner el orden y el concierto en este sentido.

El gol le cambió la cara al encuentro; pero especialmente a Unionistas, que cedió metros y colmillo y le permitió al Sestao crecer y creer, cuando antes se había demostrado completamente ateo. A través de Bustillo y del ex Planas el equipo vasco empezó a cercar la portería de Iván Martínez a base de centros. Sin embargo, tan solo uno de ellos encontró a Leandro Martínez, que con todo a favor y, lo que es peor, sin oposición, se llenó de balón y mandó el zambombazo diestro por encima del travesaño blanquinegro.

El susto le devolvió el punch a Unionistas en ataque, que con muy poco fue capaz de generar verdadero peligro. Tanto, como que el choque pudo haber quedado resuelto en el primero de los dos minutos extra de la primera mitad en otra contra de tiralíneas de Vergés, en la que Santamaría limpió el remate de Rabadán orientándose el cuerpo para filtrar el pase con el pie; sin embargo, la extraña tijera con la que resolvió la jugada no acabó encontrando portería.

En la segunda mitad tuvo otras dos ocasiones para haber amarrado el primer triunfo en la cabeza de Pau Martínez y en las botas de Dani García, que resolvió Herrerín a puro huevo. El apagón a la hora de rematar la faena y los 3 centrales que colocó Llácer a falta de 25 minutos para el final del encuentro lo pagó muy caro Unionistas, con un empate inesperado de Lenadro en el minuto 69. Y pudo ser peor, porque acto seguido Sergi García estrelló un balón en el travesaño de la meta de Iván Martínez que parecía fatal. Pero que no lo acabó siendo y que, a la postre, sería la última acción de gol del primero de los 38 choques de Liga, que concluyó no sólo con 1-1, sino con sabor agridulce.

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