«Nos juntábamos casi 30 en casa y eran noches muy divertidas»

Estas fechas son sinónimo de alegría, ya que vemos las calles brillar y el ambiente familiar puebla las ciudades. Es tiempo también de descanso para algunos, como es el caso de Gorka Santamaría. El jugador de Unionistas puso el punto final al año el pasado 21 de diciembre con su partido frente al Nástic y, ahora, es momento de hacer un 'reset' rodeado de sus allegados antes de regresar al trabajo. «Queríamos despedir el año con una victoria e intentar acabar dentro del playoff. Me quedo con esa ilusión de haber podido irnos a las navidades con los tres puntos». Y esta ilusión se agranda solo con hablar de la Navidad y sus familiares.

Como en muchos otros hogares, Santamaría pasará estas fechas en su lugar de nacimiento y, como no, con la familia de su pareja. «Las fiestas las pasamos alternando un poco. Primero, estuve en casa (Bilbao) durante unos días y, después, paso un tiempo en Badajoz con la familia de mi mujer», cuenta. Si hablamos de Bilbao, hay que hablar de la gastronomía vasca. Y es que el jugador bilbaíno «es de buen comer» y, en su mesa, no falta un plato al que no se le pase un trozo de pan para dejar impoluto el plato. «Siendo de Bilbao, se nos da bien eso de comer -entre risas-. También se junta que, tanto a mi mujer como a mí, nos gusta todo. Entonces, al final, cada uno tiene su plato y disfrutamos mucho los dos en la cocina porque, además, compartimos ese gusto también por cocinar», a lo que añade con algunos de sus platos que no faltan durante estas semanas. «Es cierto que a mi mujer le encanta la paella de carne y le sale muy muy bien. Y a mí, te diría que un plato que me encanta es el arroz con carrilleras. Sinceramente, te digo uno, pero tengo mil platos que me encantan. El lomo asado al horno también nos sale muy bien o la típica tortilla de patatas. Nos gusta todo y ambos disfrutamos cocinando», explica el jugador.

Santamaría es otro más que, cuando escucha mencionar las palabras 'recuerdos en Navidad', se le inunda la mente de momentos imborrables. «Estas semanas siempre te hacen recordar cosas muy bonitas que has vivido. Un recuerdo que tengo ahí guardado es cuando nos juntábamos la familia de mi padre en casa de una de mis tías. Éramos veintitantos o casi 30 en casa y eran noches de bingo toda la familia», rememora. Además, el jugador de Unionistas reconoce ser un enamorado de los tableros en Navidad. «Nos pasamos las noches jugando a todo tipo de juegos y como encima muchos primos son de mi edad, la verdad es que se hacían noches muy divertidas», rememora. Y el tiempo no ha puesto fin a esa bonita costumbre, pero ahora no solo en Bilbao, también con la familia de su mujer. «Y en Badajoz, con la familia de mi mujer, es bastante parecido. Sus padres y todos sus familiares cercanos son gente muy muy cercana, enrollados como yo digo, y la verdad es que lo pasamos también de maravilla. Jugamos también a juegos de mesa o de mímica. Al final, son momentos que ahí quedan», añade.

Aunque la competición doméstica no regresa hasta el 12 de enero, el bilbaíno es de esos a los que cuesta un poco desconectar, admitiendo que «al 100%, yo creo que no termino de desconectar del todo». «Es cierto que me encantan los momentos fuera del fútbol, como a cualquiera. Disfrutar todo lo posible de la familia, pero debo reconocer que soy un poco enfermo de este deporte. Me encanta». Estos días, el fútbol no se ha detenido en Europa y la liga inglesa o la liga italiana son algunas de las competiciones que regalan partidos a sus aficionados durante estas fechas. «No termino de desconectar al 100% porque, si no estoy entrenando durante las vacaciones, estoy viendo fútbol en la televisión. Además, no me pierdo uno», comenta esbozando una sonrisa. Y es que, aunque los profesionales de este deporte tengan este parón, muchos no lo terminan conociendo. «La verdad es que, para mí, parón no hay. Son días de entrenar también y, con lo que me quedo siempre, es que son días para disfrutar de la familia, pero, en general, lo vemos como recargar pilas para lo que viene, que puede ser bonito», concluye.