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Lucas Pérez y el Deportivo mandan al descenso al Unionistas (3-0)

El delantero gallego marca un doblete en su debut | Salva de la Cruz fue expulsado tras tocar un balón fuera del área con la mano

Martes, 10 de enero 2023, 14:27

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Riazor tiene historia suficiente como para no parecerse a nadie: una Liga, dos Copas del Rey y tres Supercopas reposan en sus vitrinas, como el recuerdo inmarcesible del legendario Súper Dépor. Único e inimitable el feudo gallego, que eso sí, recordó por momentos al viejo Bernabéu en ese desembarco de Balones de Oro en aquél tórrido julio del 2009: Cristiano Ronaldo y su “un, dos, tres: ¡Hala Madrid!” —qué lejos queda todo ya—, Kaká, Benzema...

Nada ha igualado aquellas cotas de pasión desbordante, es que ni la llegada de Lewandowski a un Barcelona sediento de nuevos ídolos tras el adiós de Messi hace dos cursos, hasta que este diciembre Lucas Pérez ha asaltado la banca con un gesto insólito: pagar medio millón de euros de su bolsillo y descender dos categorías para jugar en el Dépor. “Es que es el Dépor”, se justificó el todavía máximo goleador del Cádiz este curso en LaLiga. Y, claro, Riazor hasta el mismísimo tejado: cerca del 70% del aforo cubierto (el estadio gallego hace 34.899 espectadores).

Todos los focos —hasta los del seleccionador campeón del Mundo con Argentina, Lionel Scaloni desde la televisión en Mallorca— se posaban sobre el ‘7’ de Monelos. Y no defraudó. 49 minutos tardó en destapar el tarro de las esencias, la diferencia de dos categorías entre el ariete gallego y los otros 21 que habitaban el terreno de juego de Riazor.

Pudo haber sido a los cinco minutos de choque si Marta Herta de Haza no llega a señalar fuera de juego y, por lo tanto, Riazor tuvo que esperar 44 minutos más. Le mereció la pena, la verdad. La acción que dinamitó el choque y, puede, que hasta el Grupo I de la Primera Federación, vino precedida de una recuperación de Borja Díaz en tres cuartos de campo, un pase filtrado hacia Soriano que un vaselina muy ligera acabó de desarbolar la ya deslavazada defensa blanquinegra: los brazos de Riazor ya abiertos de par en par para abrazar el hijo pródigo en pleno mano a mano, el recorte con la pierna izquierda, apoyado en un acusado golpe de cadera, fue de otra categoría; la definición con Salva despatarrado fue igual que la de aquel chaval que hace 25 años jugaba con los amigos en el barrio, a placer.

El Unionistas había resistido con entereza hasta entonces todo ese entorno hostil. Nunca en su década de vida se había enfrentado a algo parecido, en cuanto al ambiente; obviamente sí a jugadores de la talla de Lucas Pérez (e incluso superiores) en aquella eliminatoria de Copa ante el Real Madrid en Las Pistas de hace tres años. Casañ planteó de manera acertada replegar a todas sus unidades sobre su propio área, con Chapela de delantero (y no de extremo) junto a De Miguel por si las moscas. Y pudo haberse dado si el derechazo del gaditano llega a encontrar la puerta de Mackay, pero no.

Lucas Pérez apareció y todo eso quedó en agua de borrajas. Quiso arriesgar el valenciano adelantando tres líneas y fue fatal, pues el Dépor se sintió poderosísimo enviando balones al espacio para que corriera Lucas Pérez.

En una de esas Salva de la Cruz salió de sus dominios descontrolado, se llevó con la mano el balón, vio la roja y el Unionistas se quedó con diez y una empresa ya imposible de solventar. Impossible is nothing, decía Adidas.

Mario Gómez, no: derribó de un empujón a Rubén Díez cuando ya pisaba el área pequeña. Lucas Pérez ni se interesó (marcó Quiles a lo panenka), pues tenía guardado en la manga el doblete de un zurdazo de esos suyos con el tiempo cumplido.

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