El Unionistas da un gran paso adelante por la salvación (1-0)
El conjunto de Ponz suma su tercer choque ganado ante una pobre Balona con un golazo de Blázquez


















La techumbre metálica del pabellón de Würzburg no resistió al zambombazo del “¡síííí!” tras la canasta de leyenda de Vilaró; los restos del tsunami eran visibles ayer, incluso, al otro lado del río Tormes: en el Reina esa muesca sonriente se palpaba sin tapujos. Es que hubo un momento en el que no se supo en dónde estábamos: pasó el tren de mercancías a las 18:50 y sus bocinazos eran idénticos a los que lanzaba la peña la ‘Ranita’ 24 horas antes. La gente entablaba conversación de ascensor con su vecino de localidad sobre esto y sobre aquello, pero inevitablemente acababa desembocando en “lo del Avenida”. Luego las palabras traían recuerdos en blanco y negro; el gol de Razvan al Yugo (y así) tendían el puente entre la Euroliga Femenina y el Grupo I de la Primera Federación; entre el baloncesto y el fútbol. A su modo el tanto del rumano de penalti fue “lo del Avenida”. O viceversa.
El pitido inicial de Velasco Arbaiza le cambió el paso al Reina Sofía. Piii, el Unionistas dispuesto a soterrar cualquier resquicio de conversación que no tuviera como eje lo que pasaba en el terreno de juego. Lo hizo primero parpadeando jugadores de posición: Nespral por Unai Veiga en la media punta, Losada vs Chapela entre la punta del ataque y la banda derecha. La misma sorpresa que produjo en la grada la tuvo la Balona en el terreno de juego.
De hecho, el Unionistas tuvo ocasiones para haberlo aprovechado. Siempre con Unai Veiga jugando como as debajo de la manga. La trenza, primero, deletreada al primer toque entre Losada y Chapela por la banda derecha se desaguó en la frontal, donde el mediocentro de Portugalete le salió un zurdazo de aquella manera, tan fácil para De la Calzada. La segunda sin llegarse al cuarto de hora del choque fue más contundente. El balón no hizo parábola ni efecto. Le brotó secó, a cámara lenta, pero teledirigido para que no lo alcanzara el meta del Linense. El palo se le apareció a la Balona con el portero ya superado.
El poste fue como un despertador para el conjunto de Escobar, que cerró filas con su línea de cinco ya clarísimamente definida atrás. Ni disimuló al entregarle el balón al equipo de Ponz, que lo movió de aquí para allá sin esa pizca de velocidad necesaria para deshilachar costuras. Quedó encorsetado, por tanto, el choque. Salvo cuando por las dos veces en las que Chapela olfateó las dudas de Masllorens a la hora de sacar el balón. En la primera no llegó a robarle la cartera; en la segunda le ganó la acción de manera clamorosa. Tan fácil encontró la veta por la que colarse el extremo gaditano que debió acabar enredado en sus pensamientos para resolver el mano a mano que sacó de la nada: a De la Calzada le bastó con abrirse de piernas para ganarle la acción.
A Ponz también le dio tiempo a darle vueltas a la pizarra. Y así planteó tras las vuelta de vestuarios una nueva emboscada de ajedrez. Ahora la cosa consistía en que Losada y Chapela se metían los dos hacia adentro y dejaban el carril derecho abierto de par en par. El plan era que Ramón Blázquez diera la sorpresa. ¿Es ambidiestro, no? Pues por ahí, o algo así le dijo en la caseta. Y le salió exacto. El lateral manchego se plantó en tres cuartos de campo lanzado; y cuando parecía que iba a centrar a placer se sacó un recorte hacia la corona del área, donde se sacó un zurdazo magistral que dinamitó la meta de De la Calzada; y, de paso, el encuentro.
Se vio la Balona obligada, tan a gusto replegada, a dar un paso adelante. Y fue un bluf, para alivio del Reina Sofía. No llegó a inquietar nunca la meta de Salva de la Cruz. Y tan contentos con el 1-0. El reguero de euforia toma el camino contrario, ahora salía del Reina Sofía gracias al gran salto dado en la tabla.