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El coordinador del San Agustín, Javier del Pino, paseando por el campo de tierra ya cerrado. FOTOS: MORGAN
El último campo de tierra de Salamanca echa el cierre

El último campo de tierra de Salamanca echa el cierre

El campo de San Agustín se despide de la competición tras 52 campañas en activo: era el único que mantenía la superficie sobre la que se empezó a jugar. La presión de la hierba y la pandemia les obligan a ‘mudarse’ a Los Cuernos: “Da pena”

Miércoles, 6 de octubre 2021, 11:21

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El viajo campo del colegio San Agustín ha vivido toda su existencia —tiene más de medio siglo de vida, pues fue inaugurado en la campaña 59/60— a base de cal y de arena. No había otra forma de que allí se pudiera jugar al fútbol. Ahora, con el retorno de la competición —tras el parón autoimpuesto de 18 meses por el coronavirus—, el colegio ha tomado una decisión: desterrar la cal de sus vidas. Y eso tiene una consecuencia: la arena deja de ser útil para la práctica del fútbol federado después de 52 temporadas en activo. El último bastión de la tierra que quedaba con vida también sucumbe. Entre las medidas de higiene y la presión [comodidad] de la hierba artificial el colegio se ha visto obligado a tomar esta decisión: “Da pena... Aunque tengamos el consuelo de que aun vamos a seguir haciendo aquí algunos entrenamientos”, revela el coordinador del club, Javier del Pino.

La tierra fue la superficie sobre la que el fútbol prehistórico dio sus primeras patadas en Salamanca. Y los patios de los colegios, su mejor aliado. Calasanz, Salesianos, Trinitarios... No había colegio que no se preciase que no tuviera el suyo propio. La hegemonía de los albores de los tiempos se mantuvo inalterable durante todo el siglo XX. Los campos de tierra de los colegios estaban cuidados como ningún otro. No había punto de comparación... hasta que el ‘efecto 2000’ también llegó a los campos de Salamanca. Con la llegada del nuevo siglo el césped encontró el mejor de los aliados: la hierba sintética. Adiós a los problemas en el cuidado. Primero fue el Del Bosque de Garrido y, poco a poco, todos los demás se fueron sumando. Los días de lluvia y tormenta las diferencias se convertían en abismales: los niños salían impolutos de los campos y los padres eso lo agradecían... Así, hasta llegar al año 2017. Al mes de octubre: el día 9, el Trinitarios escenificaba el principio del fin de la tierra: doble vuelta de llave a un campo mítico. Al año siguiente se cerraba otro: Salesianos. “Nos vemos obligados a decir adiós para poder sobrevivir...”, justificaban su decisión de mudarse a Chamberí. El Trinitarios tuvo la suerte de poder seguir en el barrio al encontrar acomodo en los campos de La Salud. Esa temporada 2018/19 se produjo una noticia insólita en toda la historia del fútbol base de Salamanca: “Ni un solo partido jugado sobre tierra por primera vez”, era el titular de LA GACETA.

Javier del Pino guarda una de las redes de las porterías de Fútbol 7 en el almacén, en el que se guarda la última máquina de encalar.
Javier del Pino guarda una de las redes de las porterías de Fútbol 7 en el almacén, en el que se guarda la última máquina de encalar.

El Graci de El Encinar y el viejo campo de San Agustín, que entonces estaba a las puertas de cumplir su medio siglo de vida en activo, se convirtieron en los últimos bastiones de la tierra.... Hasta que llegó el covid y arrasó con todo. Incluida esta superficie. El Atlético Encinar se vio forzado a decir adiós tras ya sobrevivir a duras penas con uno o dos equipos; mientras que San Agustín ha vivido en la zozobra de si “sí” o si “no”, hasta que al final la decisión acabó siendo la de la mudanza: ‘Los Cuernos’ de la Federación son ya su nueva casa.

“Tenemos pena”, afirma Del Pino mientras que recoge las redes de las porterías de Fútbol 7. La máquina de encalar ni la mira. Y de la furgoneta ya ni hablamos. Los secretos del último guardián de la cal no dejan de ser un misterio: “Tras el último entrenamiento del viernes, sobre las 18:30 horas, comenzábamos una operación que solía durar una hora y cinco minutos. Arreglar el campo para que se pudiera jugar tenía tres fases: regado, allanado y pintado”. Ahora todo eso ya forma parte de la historia de un campo que escribió sin saberlo su última página en activo el pasado 7 de marzo del 2020: ese día jugaron los dos prebenjamines. El ‘A’ lo hizo a las 10:30 horas. Y justo al acabar, sobre las 11:45 empezó el ‘B’. Un empate 2-2 cerró el acta del campo de San Agustín. La historia quiso que el último gol oficial lo metiera el local Sergio Barbero —que firmó un doblete—: lo hizo al filo del mediodía, en el minuto 50 de partido.

Barbero, que ya no es prebenjamín, fue el último nombre de una larga lista de jugadores salmantinos —de base y no, pues en las décadas de los 70, 80 y 90 este campo también acogió entre sus brazos al fútbol modesto—, que dieron sus primeras patadas a un balón en este campo de San Agustín (entre ellos Vicente del Bosque) y al que Javier del Pino se ha visto obligado a dar dos vueltas de llave, y con ellas dar por cerrada una etapa del fútbol charro: ya no se va a jugar sobre la superficie en la que nació, creció y se popularizó de manera vertiginosa el fútbol en esta tierra.

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