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Salamanca
Domingo, 27 de octubre 2024, 12:46
¿Los ciudadanos conocen la labor que desarrollan las Cortes de Castilla y León?
— No sé decirle con certeza si conocen o no el trabajo que se hace en las Cortes. La respuesta corresponde a los castellanos y leoneses. Lo que sí le puedo decir es que son incontables los medios que las Cortes ponen a disposición de la ciudadanía para que quien lo desee tenga acceso al día a día parlamentario, desde la página web hasta la posibilidad de asistir como público a los plenos, pasando por facilitar el contacto directo con los distintos grupos y procuradores.
Durante su presidencia, ¿qué medidas ha tomado para que los castellanos y leoneses se sientan representados? ¿Y para acercar su funcionamiento al conjunto de la población?
— El reglamento de las Cortes regula la mejor manera de garantizar esa representatividad. Mi labor como presidente, igual que la de cualquier otro que haya ocupado el cargo o lo vaya a ocupar, es garantizar el cumplimiento de dicho reglamento. Cuestión distinta es el acercamiento de la institución a la ciudadanía. Ahí el margen de acción es mayor. Desde el primer día en el cargo, mi voluntad ha sido dotar a la institución de un carácter de puertas abiertas, más allá de las jornadas del 23 de abril, día de Castilla y León. Son muchas las actividades pensadas para fomentar la participación ciudadana. Recientemente, hemos inaugurado un ciclo de cine parlamentario. Pero hay más. Por ejemplo, ligas de debate estudiantil, visitas guiadas a la colección de arte que custodian las Cortes, numerosas actividades en León como cuna del parlamentarismo e incrementar la presencia institucional en las nueve provincias de la región. Podría seguir, pero mi ánimo es ilustrativo, no exhaustivo.
Las leyes que se aprueban en las Cortes, ¿se pueden aplicar fácilmente? ¿Cómo han mejorado la vida de los ciudadanos?
— Ninguna de las dos preguntas tiene una respuesta fácil. En una y otra, además, queda descartado el corto plazo. Respecto a la aplicación de las leyes, no hay que estar tanto en la facilidad o dificultad como en la aplicabilidad misma. Las leyes, si se aprueban, han de aplicarse. Si no, algo falla. En cuanto a si las leyes mejoran la vida de los ciudadanos, la respuesta ideal es «sí». La ideal, digo. Desde que se proponen hasta que se aprueban, las leyes deben plantearse como la solución a un problema. Puede parecer un juego de palabras más o menos ingenioso, pero, en ocasiones, es al revés: suponen un problema para una solución. Esto es así cuando, a lo largo del proceso legislativo, en lugar de primar el interés general, priman intereses particulares, cuando no ensoñaciones ideológicas alejadas de la preocupación común ciudadana.
¿Se tiende a medir el trabajo de las Cortes en el número de leyes que se aprueban y no tanto si han sido útiles para la sociedad?
— Sí, y es un error. Los parlamentos no son -no deberían ser- cadenas de montaje legislativas. Como apunta la pregunta, las leyes han de buscar la calidad -o, si se prefiere, la utilidad-, no la cantidad. Y no olvidemos algo: la elaboración de leyes es la principal función de un parlamento, pero no la única, también está la labor de control al poder ejecutivo.
¿Considera que se conoce el trabajo que desarrollan los procuradores?
— Me remito a la primera de mis respuestas. La pregunta que me hace deberían contestarla los procuradores y, sobre todo, los ciudadanos de Castilla y León. Le digo más: las Cortes pone a disposición de sus procuradores, de todos y cada uno de ellos, los medios necesarios para que den a conocer el resultado de sus trabajos y sus días. Cosa distinta es el criterio de los medios de comunicación para informar de la actuación de un parlamentario y no de la de otro. Por el bien de las Cortes, de la prensa misma y de la sociedad en general, dicho criterio debería atender a razones de interés informativo, no de puro espectáculo.
¿La imagen que se transmite de los debates en las Cortes es la más adecuada? ¿Cuál debería ser el tono de estos debates?
— Cada pleno dura una media de nueve horas, repartidas en dos jornadas. Contrariamente a lo que se piensa, los plenos no son una sucesión ininterrumpida de broncas, trifulcas, algaradas y zascas. ¿Por qué se piensa esto? Apunto a una doble responsabilidad. Por un lado, aquellos procuradores que, por el motivo que sea, están más pendientes de sus redes sociales que de hacer su trabajo parlamentario. Por el otro, aquellos medios de comunicación -no todos- que, como decía antes, priman la batalla por las audiencias frente al interés informativo. Respecto al tono, el límite ha de ser siempre, sin excepción, el respeto a la persona. Una vez a salvo la dignidad del adversario, cabe, si no todo, casi todo. Desde luego, caben el ingenio, la contundencia y la defensa del interés del votante y del proyecto político que sea.
¿Cree que se agotará la legislatura?
— La respuesta a esa pregunta la tiene una persona. Le doy una pista: no soy yo. Sí le digo que, se disuelvan cuando se disuelvan las Cortes, mi principal interés es que el anuncio me sorprenda con la satisfacción del deber cumplido.
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