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La granja de pollos vacía de José Martín L.G.
Un año sin pollos en la granja más moderna de Salamanca

Un año sin pollos en la granja más moderna de Salamanca

A las integradoras no les salen las cuentas y al propietario tampoco, por lo que lleva un año sin actividad

Miércoles, 10 de agosto 2022, 15:19

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Se habla de la futura escasez de la carne de pollo y a José Martín, propietario de lo que era la granja más moderna de pollos de Salamanca, le sorprende. Él lleva un año sin poder engordar estos animales porque las integradoras -empresas que le aportan los pollos igual que el pienso para cebarlo y se llevan los animales ya engordados- prefieren no ocupar los 1.500 metros cuadrados que tiene de nave.

“No les saldrán las cuentas”, explica José Martín. A él tampoco, pero llega un momento después de un año sin poder cebar estos animales y con la nave vacía, que reconoce que abriría aunque solo fuera para cubrir gastos porque reconoce que le falta algo al no hacer el trabajo al que se ha dedicado desde que tenía 14 años. “Tenía otra nave vieja en el pueblo, llevo más de 30 años criándolo, y por eso me animé a construir esta nave. Si llega a ser ahora, no la hago”, dice.

Su granja es la más moderna de Salamanca para el engorde de pollos. Podía controlar desde su móvil los 24.000 animales de raza broiler que criaba porque tenía cámaras instaladas y el ordenador de la granja le avisaba también de cualquier fallo en los sistemas de luz, bebederos, comederos o aire acondicionado. Si se iba la luz, se activaba de inmediato un generador porque dos horas a oscuras serían mortales para sus pollos.

La granja se paró con la pandemia, cuando bajó el consumo de pollo con el cierre de restaurantes. Luego, con los costes de producción tan elevados, la cría de pollos se convirtió en algo “inasumible” porque ya de luz pagaba entonces sus 800-900 euros -la granja tiene, por ejemplo, un sistema de nebulizadores, con unas 1.200 boquillas para refrescar a los pollos, además de grandes ventiladores y calefacción de gas para el invierno-. “Ahora por la noche a lo mejor la hubiera necesitado poner porque los pollitos cuando son pequeños necesitan estar a 35 grados de temperatura”.

“No sé cuánto tendría que pagar ahora mismo de luz y gas”, dice, “pero una barbaridad”. Y luego, apunta, le tendría que sumar el precio de los piensos, que en este último año también han subido. De la empresa integradora recibía una bonificación “pero pequeña” en enero o diciembre por el frío.

José cree que cuando sobraban plazas para pollos le tocó a él dejar la granja vacía en parte porque estaba más alejado y así la integradora reducía también gastos de transporte. Ahora de todas formas ve que los demás que siguen con el engorde de pollos sacan “cuatro o menos” camadas al año, cuando antes eran “seis y media al año”. Una vez que salen los pollos, tarda más la empresa integradora en enviar los nuevos. “Antes a los 15 días volvías a tener los pollitos y ahora tardan a lo mejor mes y medio”.

José se plantea incluso vender directamente pero el problema es que dependería del matadero y corre el riesgo de que, al priorizar a empresas más grandes, sus pollos pudieran pasarse de peso y es un gran riesgo. “Estamos un poco desesperados”, reconoce.

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