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La burocracia en el campo es algo que no se va. Está ahí, le dicen adiós con una gran ilusión con cada nueva PAC y se quedan con ella hasta la siguiente. Como si le hubieran cogido cariño. Hay unanimidad en decir que estorba, en preguntarse qué hace ahí, en pedir que se vaya, en chillar que se largue... pero da igual.

Existe la coincidencia en que el agricultor tiene que estar en su tractor y el ganadero, con su ganado, y ninguno sepultado por papeles, pero ahí siguen. Y se extiende al veterinario, que ve más documentos que animales, y que no sale de la dinámica de conservar copia de la copia de la copia y, por si acaso, quedarse con otra copia. Y están los archivadores de facturas de años que llegan hasta la pared pero que si da por tirarlos, cae justo la inspección. Y ahí siguen. Por si acaso. Y luego la facilidad de los trámites por internet... cuando existe. Es esa promesa eterna que en tantos lugares sólo vive en lo más alto del pueblo y sólo a veces, cuando le da.

Pero hay momentos en los que la burocracia parece que es lo de menos. Incluso añadir más. Y esto viene a cuento del acuerdo entre las comunidades autónomas por la lengua azul. Que se han reunido cinco, han llegado a un acuerdo, y se ha visto que en España no puede ir cada autonomía por su cuenta, que es un caos. Y que ahora hay más papeleo, pero al menos puede salir el ganado porque la situación era muy complicada. Y ahora están el veterinario y el ganadero viendo de dónde era el ternero, a qué lugar va y si le piden PCR o desinsectar o tiene que sanear, y sabiendo que todo cambia cada día. Pero bueno. En parte porque quedan menos para diciembre. En parte porque tiene la esperanza de que esto pase y que en nada haya vacunas. Y que no llegará abril y volverá a estar igual. De momento lo que ha hecho el Ministerio es apartarse, estar ahí mientras hablaban, pero sin molestar.

Y ha salido bien. Dejar que ellas llegaran a un acuerdo. Esto tiene el peligro de que piensen que para qué sirve un Ministerio. Y está claro que para buscar vacunas y para lo de ayudas directas y para hablar con Portugal, como hizo con Marruecos. Y si ha salido tan bien, a lo mejor se podría probar lo mismo con el lobo, que se sienten y hablen. O con la burocracia.

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lagacetadesalamanca Querida burocracia