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Domingo, 21 de febrero 2021, 22:58
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En la recta final de la campaña de montanera, el sacrificio de cerdos ibéricos de bellota registra una caída del 11 por ciento respecto a las cifras del pasado año, según los datos ofrecidos por Asici, la asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico.
Mientras en las dehesas se cargan en estos días las últimas partidas de marranos ibéricos, los sacrificios en los mataderos están a punto de alcanzar el medio millón de cabezas, con los datos actualizados a la última semana, mientras que el pasado año por estas mismas fechas se habían llevado al matadero 547.953 cerdos.
Por tipo racial, la mayor caída se registra en los marranos 50% ibérico, que en el acumulado de la campaña de sacrificios han pasado de 193.249 cerdos enviados al matadero a mediados de febrero del pasado año hasta los 141.196 ejemplares actuales, con una caída del 27 por ciento.
Un descenso que, aunque menor en número total de cabezas sacrificadas, es muy similar al registrado en los cerdos 75% ibérico, que acumulan esta campaña 47.346 marranos frente a los 63.955 ejemplares de estas mismas fechas del pasado año.
Por contra, en el tipo racial del 100% ibérico con 300.494 marranos sacrificados hasta ahora en esta campaña de la montanera, se registra un leve incremento respecto al mismo periodo del pasado año, un 3 por ciento más, frente a los 290.749 de 2020.
En esta reducción, así como la ralentización de los procesos de sacrificio de los cerdos ibéricos de bellota a la salida de la montanera ha tenido mucho que ver la pandemia del coronavirus, especialmente porque las semanas de mayor matanza han coincidido con las de mayor incidencia del COVID en zonas como Guijuelo, donde está asentada la principal industria del sector.
Fue precisamente en las dos últimas semanas de enero cuando las industrias tuvieron que afrontar más bajas de personal y, por lo tanto, reestructuraciones para mantener la actividad aún con dificultades.
Ante esta situación, la Mesa del Ibérico decidió hace unas semanas modificar el “protocolo de inspección” y permitiendo 21 días de margen desde la última inspección previa a la salida de animales al sacrificio, de tal forma que de los 21 días pasan a los 42, lo que en casos justificados —en los que se debe demostrar, en el caso de mataderos, una disminución del ritmo de sacrificios atribuible a los efectos y la incidencia de la COVID 19— baja la presión de campaña.
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