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Jesús Sánchez, sobre estas líneas y a la izquierda, algunas de las 300 frisonas de su explotación, en los prados que tienen.
El lamento de un ganadero de leche salmantino: “Para uno solo esto no es vida”

El lamento de un ganadero de leche salmantino: “Para uno solo esto no es vida”

Jesús lleva junto a su hermano una explotación de vacas de leche con prados, más propia de la cornisa cantábrica. Advierte que en 10 años están fuera y sin relevo

Jueves, 24 de marzo 2022, 19:50

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Jesús Sánchez lleva junto a su hermano una explotación de vacuno de leche en Encina de San Silvestre. Le gusta, pero sabe que en 10 años ellos se van y nadie de su familia seguirá en la explotación porque sus hijas quieren otra vida. “Para uno solo esto no es vida”, dice Jesús, que ha visto cómo han ido cerrando explotaciones en Salamanca y ahora apenas quedan medio centenar. “A la gente joven no le hables de esto porque no quieren estar hechos unos desgraciados, como sus padres”, explica, y cuenta que “tienes que estar 365 días al año trabajando y encima no le ves color porque no hay beneficios. La gente se aburre de no ganar dinero”.

Cobra por la leche una media de 36 céntimos el litro -este mes ya les han dicho que no se la suben- y calcula que producir se va por encima de los 40. “Lo llevamos claro”, se lamenta. A eso une la incertidumbre de la alimentación del ganado, por los precios, la falta de cereal de Ucrania y la huelga de transportistas “porque el problema con la soja ya está empezando”.

Una explotación de vacuno de leche además supone una inversión muy alta, por lo que necesita amortizarla. “Nosotros hicimos hace dos años una sala de ordeño nuevo, los dos somos manitas y aún así nos costó 400.000 euros”, recuerda. Luego si ahora por el precio del pienso decidieran quitar algunas vacas sabe que luego las novillas están por las nubes, a unos 2.000 euros el ejemplar. “Estamos en un momento en lo que lo mejor es quedarse quieto”, cuenta.

Y así tuvo que quedarse el domingo, sin ir a la manifestación de Madrid porque le tocaba trabajar para sus 300 vacas. “Me pareció una barbaridad de gente, una maravilla porque no hubo ningún conflicto”. Él tiene claro lo que había pedido de haber podido asistir: “Precios justos y que se materialice de una vez la Ley de la Cadena Alimentaria”.

Son las cuatro y media de la tarde y Jesús empieza a comer porque por la mañana tuvo un problema con el parto de una vaca y tuvo que ayudarla. Está relativamente contento porque a él y a sus compañeros les recogen la leche pese a la huelga.

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