Los ganaderos están preocupados por el aumento de las enfermedades animales. Dicho lo anterior, habrá que insistir hasta la saciedad en que la sanidad animal ... debe abordarse como una cuestión de Estado. En primer lugar, por una cuestión de sentido común, ya que los mosquitos, virus y bacterias no entienden, ni de épocas del año, ni de fronteras geográficas, ni entre Comunidades Autónomas. Y, en segundo lugar, porque así lo establece la Constitución. En el artículo 149 de nuestra Carta Magna se dice de forma clara que «el Estado tiene competencia exclusiva sobre las siguientes materias» y a continuación se desgranan varias; así, por ejemplo, se indica en el punto 13 que «en las bases y coordinación de la planificación general de la actividad económica» y en el punto 16 que en «sanidad exterior. Bases y coordinación general de la sanidad. Legislación de los productos farmacéuticos». No sé si los consejeros de Agricultura se sabían este artículo, o actuaron aplicando su sentido común, cuando la semana pasada pidieron a Luis Planas que ejerciese la tarea de coordinación. Pero es que, además, resulta que el ministro de Agricultura tiene obligación legal de hacerlo.
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Tres son las preocupaciones en estos momentos: la dermatosis nodular del vacuno, la lengua azul del ovino y la gripe aviar, que se suman a las ya tradicionales, como la tuberculosis. En el caso de la primera, la que más afecta a Salamanca, durante los últimos días hemos asistido a un rosario de declaraciones por parte de los consejeros anunciando medidas unilaterales como la suspensión de ferias y concentraciones de ganado, vacunación, o cierre de sus fronteras al movimiento del ganado. Pero eso no es suficiente y hace falta una actuación de forma coordinada para que evitar que el foco, circunscrito ahora a la provincia de Gerona, vaya a más. Urge que Planas deje de mirar para otro lado y se ponga al frente de la situación para establecer las medidas que se consideren oportunas. Vamos, que ejerza de coordinador, que es el papel que tiene el Estado, asignado en la Constitución.
Es verdad que los ganaderos son, de entrada, el sector más directamente afectado, y, por lo tanto, el más preocupado, pero el común de los ciudadanos también deberíamos estarlo por varias razones, una de ellas por las repercusiones económicas para nuestros bolsillos debido la subida del precio de carnes y huevos por el sacrificio de animales. Pero, además, si contemplamos la salud de las personas, los animales y la plantas con un enfoque integrado, tal y como lo define la Organización Mundial de la Salud (OMS), debido a la posibilidad de que las enfermedades animales o vegetales puedan tener repercusiones en la salud de las personas, los ciudadanos deberíamos exigir que se adopten por las autoridades competentes en la materia todas las medidas que sean necesarias. De ahí que también haya que considerar la salud animal como una cuestión de Estado.