Antes los trenes eran lugar de inspiración literaria. Ese ‘yo nunca duermo en el tren/y, sin embargo, voy bien’, de Machado o el tren como ‘explorador de soledades’, que sentía Neruda. El tren, esa oruga ‘susurro, animalito longitudinal entre las hojas frías y la tierra fragante’.
Ahora tenemos trenes...