Un grupo de turistas en la Plaza Mayor durante una visita guiada. LAYA

Los próximos retos del empleo en Salamanca

El turismo, el español y la agricultura son tres sectores claves en la economía salmantina que en 2021 no han podido despegar, los dos primeros por el impacto de la pandemia

M.D

Lunes, 31 de enero 2022, 17:40

Si el mercado laboral quiere recuperar una normalidad plena, el objetivo en 2022 debe centrarse en tres sectores que resultan claves para la economía y el empleo de Salamanca y que el año pasado se han visto frenados. Se trata del turismo, la enseñanza de español y la agricultura y ganadería, que no han podido sumarse al aumento de ocupados.

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La variante ómicron ha frenado la recuperación que durante el verano y el inicio del otoño había experimentado la hostelería, la actividad probablemente más castigada por el coronavirus. Prueba de esta circunstancia es que a final de año tenía casi 600 trabajadores menos que en diciembre de 2019, antes de que comenzara la pandemia. Las restricciones para viajar a todo tipo de visitantes en la primera mitad de año, que se han mantenido posteriormente para el turismo internacional, han provocado que en 2021 Salamanca recibiera algo menos de la mitad de viajeros que en 2019. Es de esperar que en 2022, a la vista de la tendencia positiva del último semestre de 2021, las cifras mejoren.

La situación de la enseñanza del español resulta más complicada. Desde el 15 de marzo de 2020 hay academias que no han abierto aún y las que lo están tienen al 50% o 60% de la plantilla en un ERTE. El año pasado acabaron con solo 2.500 estudiantes, cuando en 2019 esta cifra ascendía a 35.000. Los problemas residen en la dificultad de trasladar grupos, por la necesidad de autorizaciones en origen y complicaciones en los vuelos. Si ómicron remite, el sector confía en recuperar parte de la actividad a partir de primavera.

El caso de la agricultura y ganadería es diferente. El sector agropecuario cuenta con 7.100 ocupados, según la EPA, lo que representa un retroceso de 1.800 en comparación con finales de 2020. El descenso evidencia los graves problemas que afrontan los profesionales, con precios para sus productos insuficientes para soportar el incremento de los gastos de producción, lo que ha llevado a muchas explotaciones al borde del cierre.

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