La encrucijada familiar de la salud mental
El dilema de qué hacer con personas con discapacidad intelectual que no cumplen criterios de ingreso en un hospital, pero no controlan sus actos y ponen en riesgo su vida
Una salmantina denuncia que su hermana, con una discapacidad psíquica del 66%, habría estado a punto de perder la vida por lo que considera una negligencia del sistema sanitario.
Publicidad
Su queja es sobre un hecho sucedido esta semana, pero refleja una realidad del día a día: la de convivir con un familiar que tiene problemas de salud mental y que arrastra en su sufrimiento al resto de los miembros del hogar.
El relato -en el que se verán identificadas muchas familias- es el de una mujer con un trastorno mental que tiene que ser atendida de manera habitual por el servicio de Psiquiatría del Hospital y que en una última crisis acudió al servicio de Urgencias. La familia de la paciente critica que los especialistas del Hospital, en lugar de retenerla o ingresarla, hayan creído la palabra de la enferma que, prometió que no haría nada raro.
“Por no hacer nada se refiere a no beber alcohol que, mezclado con las pastillas que tiene que tomar diariamente, es peligroso para su salud. También es tomarse correctamente la medicación que se le manda y no mezclarla con Redbull y atiborrase luego a tranquilizantes para que le baje el efecto de esa bebida. Es no atentar contra su vida, o bien intentando clavarse cuchillos, o lanzarse por una ventana...”, explica la hermana de la paciente, que apunta que a las pocas horas del alta tuvo que regresar a Urgencias con altísimos niveles de opiáceos en sangre, “lo que le podría haber costado la vida”.
La pregunta en este caso -y en otros tantos de personas con problemas de salud mental- es cómo debería actuar la sanidad pública. Fuentes hospitalarias explican que cuando un paciente de este tipo llega a Urgencias, se contacta con un especialista de Psiquiatría y se evalúa el caso. “Existen unos criterios de ingreso”, apuntan, y la situación a la que llegan estos pacientes no siempre es susceptible de ser hospitalizada durante un periodo de días.
Publicidad
Otro segundo factor a tener en cuenta es que exista una obligación judicial de ingresar a determinado paciente. Si no hay tal orden y el enfermo expresa su voluntad de marcharse a casa, la autoridad de un sanitario tiene límites. En el caso de esta persona se trata de una paciente habitual de Psiquiatría desde hace años, tanto en recursos ambulatorios como hospitalarios. Entra y sale.
Fuentes externas al hospital consultadas por este diario confirman que este tipo de casos suponen “un drama para las familias”. “Probablemente este tipo de pacientes necesitarían estar en algún tipo de centro especial que distinguen entre enfermedad mental y discapacidad intelectual, acudir diariamente a un hospital de día para controlarles o estar bajo una supervisión constante de las familias para que no se salten la medicación, pero sabemos que no es posible, o no es fácil, porque son personas con un grado de discapacidad psíquica, pero que al mismo tiempo tienen autonomía”.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión