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G.M.
Domingo, 19 de noviembre 2017, 09:35
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Sus ideas ocurrentes, y a veces caritativas, hacen que nadie esté exento de perder dinero. De hecho, los investigadores aseguran que las víctimas no tienen un perfil marcado y que los estafados no siempre son personas mayores, como muchas veces se cree.Prueba de ello es la reciente noticia del salmantino que se dejó estafar por su novia de Plasencia, con la ayuda de su banda, unos 250.000 euros que le fue pidiendo en pequeñas cantidades con excusas varias, como la repatriación del cuerpo de un familiar fallecido. Pero estas no son las únicas argucias de los timadores y este año han sido muchos los que han picado el anzuelo.El último de ellos, el octogenario que el martes se dejó engatusar por una mujer atractiva y perdió su reloj de oro en la plaza de los Bandos.El año comenzó con una de las estafas más angustiosas. Diversos puntos de la provincia recibieron una oleada de llamadas en las que los emisores simulaban el secuestro de un familiar, fingiendo su voz e incluso sus gritos de auxilio, y pedían unos 10.000 euros a cambio de su liberación. El truco, realizar cientos de llamadas al azar hasta dar con alguien que casualmente no sea capaz de contactar en ese mismo instante con el supuesto retenido, algo que afortunadamente no pasó a estos salmantinos.En enero la Audiencia Provincial acogió el juicio por la estafa cárnica millonaria ocurrida en 2006. Cuatro acusados se sentaron en el banquillo y fueron condenados a cuatro años de prisión por sisar 2,5 millones de euros a al menos cinco empresas de Béjar y Guijuelo mediante el llamado timo del nazareno.
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