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Miércoles, 9 de enero 2019, 11:47
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Fue una importante explotación ganadera, allá lejos, hacia el sur, donde alcanza la mirada en los días claros. Ahora todo es una ruina, no se salva ni la antigua iglesia que, a pesar de todo, tiene su belleza. Pero ya no suenan las campanas, ni a misa mayor, ni a rebato en las bodas o bautizos, ni a difuntos en los fríos inviernos. Cuando caiga la cruz, habrá caído lo poco que resta de toda aquella vida. Texto y foto: PUPARELLI
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