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Miércoles, 9 de enero 2019, 13:32
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Todo, todito el día lloviendo. Y ni un copo de nieve. Don Invierno nos ha olvidado o, lo que es peor, vendrá a destiempo, a fastidiar, cuando ya le hayamos olvidado. Pero no nos importa, nuestra Catedral no necesita vestirse de blanco: con su piel de oro, resplandeciente tras la lluvia, luce aún mejor su esbelta silueta contra el cielo de la noche joven. Foto y texto: Puparelli
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