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A la conquista del Retiro

A la conquista del Retiro

Santiago Juanes

Domingo, 8 de abril 2018, 06:45

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El Lunes de Aguas se dispone a conquistar Madrid, concretamente su gran parque del Retiro, parque público por la gracia de Carlos III. Mañana, la asociación de antiguos alumnos de la Universidad de Salamanca, Alumni, ha citado a los suyos en el sitio a hablar de los viejos tiempos, reconocerse y celebrar el Lunes de Aguas con varios centenares de hornazos, que van en camino. Esta criatura del horno no le es ajena a los madrileños; en el Cancionero Popular de la Provincia de Madrid, su autor, Manuel García Matos, señalaba que los de la Corte ya tenían noticia del hornazo como manjar pascual en los siglos XVI y XVII, cuando se proclamaba "Pascua de flores, tiempo de hornazos", aunque no creo que fuesen como los nuestros de hoy. Quiero creer, también, que los salmantinos afincados en Madrid siempre han tenido en cuenta tan señalado día, aunque en el banquete inaugural de la Casa Charra en Madrid, emplazada en Alcalá 10, no se incluyese el hornazo aquel 4 de abril de 1932, el mes de los hornazos, cuando se estrena la delegación. Aquello se planteó como una embajada salmantina en la entonces capital de la República. Y las crónicas de este diario aseguran que fueron tantos los salmantinos que asistieron a la apertura que ocuparon salones y escaleras del edificio. Hipólito Rodríguez Pinilla, médico ilustres y experto en aguas minerosaludables, fue el más aclamado aquel día€hasta que llegó Miguel de Unamuno. Tarde, pero llegó. Ambos morirían cuatro años más tarde.En la quedada madrileña de mañana podría recrearse el mito del transporte en barca de las pupilas de la Casa de la Mancebía. El estanque y las barcas del Retiro están ahí. Y si hacemos caso del mito, los estudiantes jugaban un papel determinante en aquel Lunes de Aguas que ha ido atravesando los siglos hasta hoy. Estudiantes iban a Tejares a buscar a las pupilas del Padre Putas. Estudiantes engalanaban las barcas con ramas y las conducían hasta el paraje más próximo a aquella Casa de la Mancebía, cerca del Puente Romano. Y ellos serían, también, los grandes animadores de la fiesta. Todo suena muy divertido, salvo para el soso de Girolamo de Sommaia, estudiante italiano en Salamanca, que se limita a señalar en su diario en 1605 y algunos posteriores sobre aquella jornada festera "di di pasar las aguas".Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA en Orbyt y Kiosko y más

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