Ya escampara

Me dispongo a teclear esta columna sin saber todavía si el Presidente de la Generalitat ha cedido en sus pretensiones independentistas o sigue erre que erre. Podemos temernos lo peor porque no hay peor sordo que el que no quiere oir ni ciego que el que no quiere ver. Pero como dice el dicho común "no hay mal que cien años dure" y es de esperar que la sinrazón en la que nos movemos acabe más pronto que tarde. Lo que puedo aseverar sin error en mi juicio es el hartazgo, el hastío, el infinito cansancio que nos produce a muchos españoles el manido lloriqueo, la violenta protesta, el despropósito en el que han sumido unos cuantos ambiciosos a los españoles incluyendo, entre ellos, a numerosos ciudadanos de Cataluña. En medio de este caos premeditado, hay estampas reconfortantes. Por ejemplo, la pérdida del miedo de la multitud que se manifestó en Barcelona dejando de lado el control social al que, seguramente, se sienten sometidos. Pero, en otro sentido, a una servidora le impactó el soberbio espectáculo de nuestra grandiosa Plaza Mayor cuando las cámaras de televisión pusieron su objetivo sobre la manifestación, casi nocturna, que se celebró en ella. Estaba viendo el noticiario con una mezcla de curiosidad y tedio cuando las cámaras enfocan a un gentío enorme bajo los focos que iluminaban uno de los lugares más bellos que puedan contemplarse. Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA en Orbyt y Kiosko y más