Polémica en rojo y blanco

C on la segunda semana de julio se fueron los Sanfermines, dejando para el recuerdo sus emociones, sus colores, su diversión y sus polémicas. Pocas fiestas locales hay en España que con los años hayan adquirido una dimensión tan desbordada. Un libro publicado hace 91 años en Nueva York tiene buena parte de la culpa. Se tituló "The sun also rises", y en ella un joven periodista volcaba a través de Jake, el protagonista y ´alter ego´ del autor, sus experiencias en una insólita fiesta en el norte de España que había descubierto cuando con apenas 23 años escribía desde París para el periódico Toronto Star. El joven periodista de Illinois visitaría aquella pequeña ciudad española hasta nueve veces. En sus estancias vivió intensamente la fiesta, corrió el encierro, se emborrachó en no pocas ocasiones, fue multado por gamberro e hizo muchos amigos. Por el camino fue premiado con el Premio Pulitzer de Periodismo y el Nobel de Literatura hasta que en julio de 1961, a pocos días del chupinazo y con las entradas de los toros sobre la mesa, canceló su reserva de hotel en la plaza del Castillo y también puso un final abrupto a la novela de su vida descerrajándose un tiro de escopeta en la boca.A la hora de hablar de los Sanfermines hay que extenderse en dibujar la figura de Ernest Hemingway. Un tipo que fue testigo en las dos grandes Guerras Mundiales y de la Guerra Civil Española y estuvo dos veces a punto de matarse en sendos accidentes aéreos cuando se iba de safari a África simboliza muy bien el hedonismo casi exagerado y los excesos que caracterizan a los Sanfermines de Pamplona. Porque la "Fiesta", título con el que en 1948 fue publicada en español aquella su primera novela, afronta desde hace años la amenaza de una desnaturalización por exceso de éxito, si es que se puede llamar éxito al hecho de que una población de 200.000 habitantes multiplique por ocho su población flotante durante nueve días de diversión.Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA en Orbyt y Kiosko y más