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Afrontar la galerna

Afrontar la galerna

Ángel J. Ferreira

Viernes, 5 de mayo 2017, 06:45

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El discurso de la presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes, proclamando, como Juan en el desierto, que se ha acabado el tiempo de la corrupción y comienza con ella la era de la honradez, es ingenuo pero reconfortante. Siempre habrá corrupción porque siempre habrá corruptos, esto es una obviedad; quizá debería haber sido más precisa y reivindicar que se ha acabado el tiempo de mirar hacia otra parte y hacer como que no se ven los pisazos de políticos que no tienen medios para adquirirlos o que llevan un tren de vida impropio del sueldo que cobra el canalla, y aún más importante, que los partidos vigilarán y controlarán los tejemanejes de sus dirigentes. Pese a ello, seguirá existiendo corrupción, pero menos, mucha menos, y bastante menos escandalosa. No todos los días vemos en la cárcel, aunque sea en prisión provisional, al antecesor de Cifuentes en la presidencia. Es demasiado gordo tragarse este trabuco sin inmutarse y pedir a los ciudadanos que disciernan el grano de la paja, sobre todo cuando hasta ahora se ha hecho muy poco, por no decir nada, para evitarlo.Pero yo, en el caso de Cifuentes, me lo creo. Y me explico. Esta mujer ha desatado el vendaval de la llamada "operación Lezo", ha denunciado lo que ocurría y ha aportado pruebas. Y contra próceres de su propio partido. ¿Cuándo había ocurrido antes, cuándo un alto cargo había osado afrontar la galerna, y contra enemigos nada despreciables, coleguitas de la cosa? No recuerdo antecedentes. Casi siempre los denunciantes han sido políticos segundones o funcionarios o colocados, que por lo general han padecido un calvario por su valor cívico. Esto es un antes y un después, y lo confieso: ya era hora, me enorgullezco de que al menos un político se la juegue afrontando riesgos que pueden acabar con su carrera.Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA en Orbyt y Kiosko y más

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