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Fiscales y perros de presa

Fiscales y perros de presa

Julián Ballestero

Jueves, 2 de marzo 2017, 05:45

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Un fiscal puede ser un perro de presa o un caniche. Puede obedecer a su amo (en este caso, el Estado) o a su conciencia. Dice la Constitución que el Ministerio Fiscal ejerce sus funciones por medio de órganos propios conforme a los principios de unidad de actuación y dependencia jerárquica y con sujeción a los de legalidad e imparcialidad, pero ya sabemos que la Constitución a veces habla por hablar y la realidad de la vida camina en muchas ocasiones por sus propios derroteros.Los perros de presa son tan peligrosos que requieren un permiso especial de su dueño, aunque en ocasiones el cuidador, como acaba de ocurrir en Santa Marta, se salta la ley a la torera y su negligencia provoca horribles desgracias. Y con los fiscales hay que tener también mucho cuidado, porque te pueden provocar un roto en el partido o en el Gobierno y siempre es mejor uno domesticado que uno salvaje.Ocurre que al fiscal general lo nombra el Gobierno de turno y lo puede destituir a nada que se desmande. Así lo hemos querido los españoles que votamos la Constitución y así ocurre también en otros países. Esa dependencia del poder ejecutivo no resulta muy estética ni parece guardar una mínima pretensión de imparcialidad, pero en la práctica la ecuanimidad funciona gracias a la honradez y la profesionalidad de la gran mayoría de los acusadores públicos. Desde ese punto de vista, el nuevo fiscal general ha hecho lo que todos cuando han llegado a tan alta responsabilidad: quitar a los colegas díscolos para colocar a los de su cuerda. Nada que no venga avalado por la legalidad y la tradición. Nada que no hayan practicado a conciencia sus antecesores, tanto los nombrados por el PSOE como los designados por el PP. Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA en Orbyt y Kiosko y más

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