Ataque de cordura de Ciudadanos

Mientras el mundo tiembla ante la llegada del elefante Trump a la cacharrería de la Casa Blanca, en Salamanca nos ocupamos de las pequeñas cosas, de esos detalles insignificantes que acaban cambiando nuestra vida en mayor medida que los grandes seísmos intercontinentales. No nos preocupa tanto que un descerebrado asuma el timón del país más poderoso del mundo como que el Ayuntamiento arregle o deje si arreglar la acera de nuestra calle.En el Consistorio de la capital hemos asistido en los últimos días a una transformación milagrosa, un cambio prodigioso cuyo origen habrá que buscar en la confluencia de los astros o en el siempre impredecible devenir de la historia local. Los concejales de Ciudadanos han entrado en razón con los mismos andares mansos y dubitativos con los que durante año y medio han deambulado haciendo el ridículo por la pista del circo. Solo cabe darles la bienvenida a la campa de la cordura, lugar que no han pisado en año y medio largo de pacto en la sombra.Alejandro González Bueno ha firmado con el alcalde Alfonso Fernández Mañueco un proyecto de presupuestos municipales para 2017 en el que los naranjitos han colado 47 propuestas de cierta utilidad, mucho número y pocas nueces, pero nueces al fin y al cabo. Aparte de menudencias asfálticas y hortofrutícolas, los discípulos de Rivera en la capital han demostrado que tienen un programa para mejorar la ciudad, aunque sea a base de toques y retoques, estatuas, señales de tráfico y rutas ornitológicas a la búsqueda del gorrión perdido. Con toda esa batería de sugerencias que Mañueco ha tenido a bien acoger en el seno de sus presupuestos no lograrán revolucionar la ciudad, pero al menos no causarán ningún destrozo, que no es moco de pavo.Dicen los concejales de Ciudadanos que esta vez han trabajado mucho, que se lo han currado hasta las tantas de la madrugada, que no han dormido durante días pensando en el bien de los salmantinos, y a la vista de esos 47 goles marcadas por la escuadra presupuestaria del PP habrá que concluir que, teniendo en cuenta la limitada capacidad intelectual de sus miembros, han hecho lo que han podido.Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA