El ascenso de los no humanos

Me pregunto qué habría ocurrido con la culebra que merodeaba el pasado martes por la entrada a la guardería situada junto al Multiusos de la capital si el reptil hubiera hecho su aparición en una escuela infantil de Carbajosa. Si hubiera sido por la concejala del PSOE en la localidad del alfoz, Ana Isabel Nieto, el ofidio no hubiera sido retirado con total falta de cortesía por parte de los técnicos del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre, causándole un disgusto tremendo y un poquitín de estrés, sino que hubieran sido retirados los niños, que como meros humanos carecen de la prioridad reservada a los "vecinos no humanos".Tengo un amigo que ayer dudaba. "Antes soñaba con ser vaca en la India, y ahora creo que sería mejor ser perro en Carbajosa". Nuestros amados políticos están fomentando la duda existencial entre los ciudadanos.Parece que los miembros y miembras de los partidos tradicionales comienzan a infectarse con la alegre frivolidad propositiva de las nuevas formaciones. Puede que se trate de una enfermedad contagiosa o de sana competencia. Quizás los ediles socialistas se han propuesto ganar por la mano a sus colegas de Ganemos, que tantas portadas están consiguiendo en Salamanca con sus ocurrentes mociones a favor de los retretes unisex y de la Semana Santa sin cristos ni vírgenes. Vencerles en su terreno, el de las bufonadas, es una forma como otra cualquiera de frenar el ´sorpasso´.Los de Podemos han traído una nueva forma de hacer las cosas en política. Antes se elegía a los candidatos a diputado y senador a dedo (solo el PP se aferra a esa trasnochada tradición), y ahora la selección ha pasado a ser digital. Parece lo mismo, porque el resultado no varía: el gran jefe del partido te manda un cunero del sobrante de Madrid. Pero cambian las formas, porque se incorporan las nuevas tecnologías y eso le da otro aire. Salamanca podrá seguir disfrutando de sus cuneros en esta reedición de las elecciones, así como de su senador compatible, entre otras atractivas ofertas.Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA