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Raphael en el Sonorama

Raphael en el Sonorama

Juan Mari Montes

Martes, 19 de agosto 2014, 06:45

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Entonces llegó Raphael, el mismísimo y eterno Raphael que asoma por Nochebuena a nuestros televisores. Tomó asiento, cuchillo y tenedor y susurrando yo soy más indie que nadie se comió con patatas a todos los grupos del cartel del Sonorama. Tal vez eran más de un centenar, pero se los zampó a conciencia como si se tratase de una liviana ensalada veraniega, saboreando con delectación sus gafitas de pasta y sus barbitas pulcramente recortadas, su inglés macarrónico y sus influencias del ultimísimo pop británico, sus trescientas portadas en la Rock de luxe y los mil piropos regalados por los elitistas locutores de radio 3, sus miradas por encima del hombro a los vendidos del mainstream y sus risitas de superioridad ante la momia de canciones melódicas e histriónicas maniobras. Luego, el antediluviano Raphael paseaba por el escenario y se relamía de gusto ante 16.000 espectadores allí congregados que le miraban embelesados, aplaudiéndole mientras se limpiaba con la servilleta la comisura de los labios y sonreía tras el atracón que lo había puesto en los noticieros de todas las televisiones, en las revistas especializadas y en la trending topic de todas las redes sociales. "Qué pasará qué misterio habrá puede ser mi gran noche" –les canturreaba el muy bravucón con su chulería habitual desde el centro del escenario.Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA

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