La conversión de Isco

Aunque todos parecen actualmente presentar su mejor versión (incluido Casillas), posiblemente ningún otro jugador ha crecido tanto en este Real Madrid de ensueño que hemos visto en el último mes, como Isco, un jugador que a su llegada al club había demostrado una envidiable y imaginativa técnica para el regate y el pase en corto pero que frecuentemente dimitía en labores defensivas, atravesaba importantes lagunas en las que desaparecía del juego y se enclaustraba en una pequeña parcelita del terreno de juego como si el resto del campo fuera territorio minado. Incluso nos parecía más un jugador de fútbol siete que de once.El caso es que de pronto, alentado por la grada y seguramente bajo las demandas del cuerpo técnico, ya no sólo enamora con su ofensivo, creativo y preciosista juego de siempre, sino que sale al campo de batalla muy bien dispuesto con el mono de faena para replegarse cuando las circunstancias lo requieren. Así empezamos a acostumbrarnos a verlo correr detrás de algún contrario como si fuera un auténtico perro de presa o el mismo Khedira. Intuyo que no lo tendrá fácil Carlos Ancelotti a la hora de prescindir de él, cuando esté recuperado Bale, aunque uno alimenta el sueño de ver a Bale más que como punta de ataque, regresando de nuevo al puesto de lateral como comenzó su carrera en Inglaterra, dándole espacios por delante para sus vertiginosas carreras.Por lo demás, si algunos jugadores de la selección española vienen pidiendo a gritos la jubilación, aquí tiene Del Bosque a Isco, un jugador en completo estado de gracia, dispuesto a asumir responsabilidades y a volver a enamorar a tantos aficionados hoy desencantados con el juego del equipo nacional en su etapa más reciente.