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Domingo, 27 de enero 2013, 12:50
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Entiendo que los empresarios poderosos que no apoderan a algunos miembros del G10 quieren unirse, aliarse o entenderse para plantarle una batalla a las figuras con la guerra de la televisión. Entiendo las palabras críticas de Pablo Chopera con este tema, al que sólo le toca de refilón. Y también comprendo que los ganaderos de la UCTL saquen pecho, aunque lo que hayan demostrado es el caos que envuelve a todos sus miembros y su entramado. A todos los entiendo y todos me desquician. Todos buscan un beneficio propio y personal mientras el toreo atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia. Espero que todo este polvorín no vaya en su contra, no se convierta en un dardo envenenado y haga más daño que el que ya ha hecho el ninguneo generalizado „con sus excepciones„ que todos los profesionales e involucrados en el sector han demostrado cuando hacía falta unir fuerzas para defender el toreo. Ahí está el ejemplo de la ILP, que si el próximo 26 de marzo sale adelante será por la entrega, la zozobra, el interés y el trabajo anónimo y desinteresado de los propios aficionados, que son los únicos que están dando la cara por salvar primero y proteger después el futuro de la Fiesta. A esos también los entiendo, lo que no entiendo es que el toreo se haya convertido en un polvorín cuando más necesitaba unión para hacer que el toreo saliera fortalecida en un momento crítico como el que vive. Eso me gustaría escribirlo y entenderlo, pero de momento, no lo consigo, mientras cada uno sólo busca el interés personal sin pensar en lo que se juega la Tauromaquia.
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